En alguna esquina del cielo, vuela parabólicamente un retal de mi memoria en forma de sinfonía.
Ahí está.
parece un pájaro, pero no lo es. No debo pesar más que mis tristezas, ahora mismo. Me siento ligero y apesadumbrado. Lo poco que me queda para levitar es el peso de la amargura. Dejaste el pintalabios sobre el mármol del baño. No son ni las 5 de la mañana. No estaba dormido. Sabías que yo lo sabía.
Y ahora me paro a pensar en todos los tejados que he de arreglar por muy poco dinero y me asusto por no encontrar nada que me agarre. Caigo. Hace tiempo que caigo hacia no sé donde. Nunca he tenido miedo a precipitarme...
Pero y si....
De repente quiero aferrarme a alguna tontería... porque siento el miedo de no sentir tanto como debería. Por no importarme nada, voy cayendo sin preocupación... pero y si es verdad que el dolor hace sentir auno vivo? Porque creo ver tanta imperfección en todo lo que hay montado a mi alrededor? porqué no quiero tener que ver con las portadas de los periódicos, o porqué no quiero parecerme al resto de las personas, con todo lo que ello verdaderamente comporta... Siempre tatándo de encontrarme a i mismo desprevenido, siempre emboscándome por la espalda, siempre en guardia contra mí mismo, pendiente de no ser como el resto.
No es culpa de ellos. Soy solo yo.
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