Costilladas y más costilladas en vena. Es un día de invierno de los mejores que pueden suceder. Ahí están, llenos de costilladas. Todos alrededor de una mesa, cubiertos de pinos altos y un sol gélido; Piensan en qué van a comer. El mundo, el cordero, la chistorra y la tarde. Todo acaba siendo lo mismo. Tiran de nuevo las botellas vacías contra la pared escondida. los cristales caen y con ellos se desprenden algunos pedazos de la argamasa. ¿qué habrá sido de los cristales caídos, de la energía disipada, de un instante al que ya no vana poder volver?
Hay uno, un niño que no sabe qué contestar cuando le preguntan si lleva algún tatuaje en el cuerpo. Es una pregunta difícil de responder. Apenas sabe lo que va a ser de él en una hora, cuando la tarde sea más tarde, cuando vuelva a casa... Jugará a la consola con sus amigos? Ansía sentirse el confidente del destino. Ese es su deseo secreto.
No sería la primera vez que la vida le habla. Le habla la vida de sus problemas. La vida explota delante de él, rompe a llorar. A ella no le gusta poner difícil las cosas a nadie. Estalla, y el muchacho es su confesor. La vida a veces se siente como una persona; y como persona, necesita hablar de sus penas con sus iguales.
La vida es humana a veces. Y habla.
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