Sunday, October 29, 2006

Esquela 35: Instrucciones para enamorarme

Ahora que ya solo quedan las historias de mi cabeza por contar, y ahora que yo ya no vivo ningún momento especial en mi vida, me dispongo a contar la retahíla más bonita que jamás he creído inventar.

Érase una vez una muchachita que quiso ser del este. Una muchachita que quiso ser sus calles, su gente, sus chasquidos sobre humedecidos adoquines aún por el rocío matutino, sus gritos de patio interior destartalado, su austeridad en las esquinas, su virtuosidad musical, su sexo de yegua salvaje y desbocada, su Dios sin fe, su honestidad y palabra...

Pero sobre todo...

Su mirada cansada, sus ojos superficialmente desilusionados de revolución, sus entresijos de humanidad en los restos de oxidadas Vigas, hijas de la metalurgia quinquenal, su "otro día será..." -con la condena de llevar la esperanza tatuada en la hora punta-...

Quiso ser con tanta fuerza todo eso, que un chico la llegó a querer cuando la vio de cerca. La vio de cerca y creyó que realmente ella era del este.

Porqué él quería enamorarse de una mujer del este.

Primero se enamoró de una parte de la tierra, después creyó enamorarse de una mujer de ese lugar... y finalmente, una vez supo ella quería pero no era, se enamoró de una chica solamente.

Por fin.

Thursday, October 19, 2006

En el trastero de mis huecos

Puramente sucio y solo, hoy me permito escribir de nuevo para mí, y para los recuerdos que Ella aromatiza.

Aviso pues, de que si alguien viene con ganas de leer algo nuevo, va a salir de aquí fastidiado.

Gente inteligente se preguntará entonces porqué coño derramo mis letras ante el respetable, si solo pretende disfrutarlas un servidor.

Bien, esa gente me ha pillado, porque también escribo para Ella. Aunque sé que no lo va a leer. Sé que es remotamente probable que lo lea...

Pero mi corazón solo se hace fuerte cuando le hablan de historias demasiado bonitas como para ser verdad.

Esta semana empecé un tipo nuevo de vida... La semana ha sido dura. Trenes para aquí y para allí, la soledad del vacío. Un trabajo en un lugar lejano de donde vivo... y solo tengo tiempo para escribir en los convoys.

La verdad es que parece una tontería... pero el pensamiento que más me ha animado durante los momentos de tedio y angustia, tiene que ver con Ella. Ella me ha arropado, y me ha hecho sentir que merecía la pena aventurarme e intentar esto.

Ella, que apenas forma parte de mi vida, me hace sentir mejor que mi madre, me hace sentir mejor que mi plato favorito de comida, me hace sentirme afortunado, me hace sentirme tonto, felizmente tonto, me hace sentir como un crío, me hace sentir como quien siente que siempre hay lugar para la esperanza cuando enfila cualquier camino.

Ella, incluso los guardias de seguridad...

No la tuve que haber conocido, porque no solo por ella soy capaz de lanzar mi anterior vida por la borda...

Soy capaz de echar a perder todo únicamente por su recuerdo. Porque se me acelera el corazón cuando la evoco...

El corazón se me ha enfangado. Y sigo contento por no encontrar quien me lo limpie.

Puramente sucio y solo.

Saturday, October 14, 2006

Esquela 34: Buscando las cosquillas al protestantismo y/o otras

Mi lugar en el mundo no es el del gran artista, histórico y atemporal.

Mi lugar más bien está entre los míos. Me enorgullezco de ser una pieza de un engranaje que se dedica hacer funcionar los cañones que lanzan cohetes emocionales.

No es verdad nada de todo. No es cierta nunca la mitad de la realidad, si la otra mitad la forma la fantasía.

Un buen oficinista puede amar la escritura también. Dedicarle pasión, devoción, fervor, amor y odio.

Mejor es esto que entregarse a un Dios de aire.

Mejor es cerrarme en mí, que ofrecerme a una religión de papel que ya estaba ahí cuando yo aún no había nacido.

Lo más facil es aferrarse a lo ya escrito. Bien.

Yo prefiero escribir para mí y ser mi propio pavor y mi propia felicidad.

Un oficinista gris puede amar la escritura. Cualquiera lo puede hacer.

Thursday, October 12, 2006

Esquela 33: Olvidando lo que me va a pasar

Bien.

Calzadas no huelen bien nunca, a buscar las sanas, a buscarlas, que el verano pega fuerte en el alquitrán de la estrada, estrada mía, y después de eso y de darme en la cara... el Sol, tan grande, de esos que en los días duros se dedica a explicar batallas, el Sol grande te vio las formas y no te quiso dejar de perseguir, quería comprobar si era cierto que tú te paseabas por sus playas, como escueta diatriba o vicisitud de la propia vida, vida propia, ves con cuidado, ves con Ciudad, que llevas tanta dentro que me voy a volver loco.

A veces sencillamente pienso que infravaloro mis sentimientos. Porque nunca quiero que pase nada en mi vida... secretamente quiero que todo siga igual y nada cambie.

Yo me quiero olvidar de lo que toca. Quiero tener el don de acordarme de lo que toca. No quiero quererte más de lo que toca. No quiero más que roulottes y zarandeantes hornillos de aceite, que prenden la tienda entera.

Me quiero olvidar de lo que me duele cuando recuerdo por recordar. Quiero pensar en lo primero que se me pasa por la cabeza... y solo evoco malos momentos... momentos que no es necesario recordar.

Tuesday, October 03, 2006

Esquela 32: Mal de amigo

Este corazón alado que llevo preso en el pecho, se da de (h)ostias contra mis cotillas, como lo haría cualquier pájaro sabedor de la libertad, aún sin haber salido de su jaula en la vida.

Este es un mensaje de ánimo para la clase más apolítica de la tierra. También para la más campechana. Este es un mensaje para mi compañero de picos.

Decidí que quería que todo el mundo supiera que pese a que mi corazón se atonta con tanto golpetazo, no teme a la amnesia, porque a mitad de sus ventrículos, lleva tatuado el nombre de su amigo. Su amigo pipo.

Vamos, amigo. Estás febroso, pero tus padres te han visto crecer sano y fuerte. No les defraudes. Aprende de la carpintería y respeta las curtidas manos de papá. Los callos jamás fueron un credencial tan noble y honesto.

Yo no hago más que lo que haría el senil de un viejo: recojo las migajas de pan que hay sobre el maltrecho hule. Las reúno en la esquina de la mesa, y las barro con una mano, meintras con la otra hago una forma de cazuela.

Allí poso lo restos de la cena, o las grafías. Allí poso las palabra más modestas de la tierra. Y no por ello carecen de fuerza. Al contrario. Si bien no sé si llegarán lejos, estas letras tienen una intención franca y concisa, y esque hay cosas que no se olvidan:

Padre, Giglips, Galán, mejores tiempos correrán, y no por ello hemos de esperar a izar las velas.

Que te sea leve la fiebre de gusano informático.