Esquela 298: A mi guitarra

Señor, señor. Perdí mi guitarra dorada como el sol; solo el cielo y mi soledad saben cuanto me duele. perdí su color radiante; Mi pequeña isla en donde nunca hay lugar para la mierda de este mundo ha sido sepultada por el propio océano.

Uno pierde; va perdiendo cosas a lo largo de la vida. otras las gana. Quiénes somos para decidir qué es más importante para nosotros mismos? Lo que hoy ya no tengo, ese pedazo de madera, ha retenido mucho más de lo que las leyes conciben. Pueden parecer jodidas palabras, inútiles y arrojadas al viento sin demasiado orden...quizá solo lo entienda yo. Quizá solo llore yo por ello, quizá la guitarra no sepa de qué va todo esto. Pero porqué lloramos en realidad? sencillamente por algo que ha formado parte de nosotros. Cómo brillaba, y cómo me acompañó. Sacó el mejor partido a mi pobre optimismo y convirtió en música mi pesadumbre, mi ostracismo incluso. Para todos los demás eso no son más que palabras...

Y después me sentí más vacío que nunca. Vacío por dentro de tantas cosas que tengo por fuera. Tantos compromisos para la cabeza y tan pocos para el alma... La guitarra, la bici robada, el material de piscina chorizado, la multa en el metro, la mala suerte en el trabajo, el poco interés por las mujeres más allá del sexo... todo parece jugar en mi contra...

Qué me queda para ser feliz? solo retengo una cosa; la fe, el trabajo y el tesón. la entrega fundamentada en un resquicio de esperanza. Nunca había estado así. Si fuera la vida un deporte mediático, los periodistas entendidos me preguntarían de dónde saco las fuerzas, o mejor aún; cómo sigo confiando en mí mismo. Podría sonar a cachondeo, pero voy enserio. Nunca me había sentido así de vivo. Seré un ascua que fulgura antes de apagarse? O será sencillamente que sé que mi trabajo va a dar frutos?

Pronto lo sabremos, Mientras tanto, iré colgando mi guitarra rota en mi habitación, porque aunque esté su mastil ajado y astillado, sigue iluminándome.