Thursday, June 29, 2006

Esquela 22: Pequeño hermano

Ahí va una para quien quiera vivir solo.

Quien no tenga un hermano, nunca sabrá lo que significa ver cómo corre detrás de ti. No sabrá qué significa llegar a casa destrozado, y encontrar un corazón de repuesto cálido y confortante. No sabrá qué significa tener la necesidad de ver a alguien que te recuerda a ti en tus mejores momentos. No sabrá qué significa poder sugerir, corrergir, escuchar y aceptar, disuadir, entreteger argumentos comunes con el fin de sortear las cosas feas de la vida.

Yo tengo un hermano que me saca esperanzas de debajo de las piedras, que me reparte argumentos para que no se me caiga la cabeza al suelo, para que no me olvide de todo lo demás y jamás me llegue a creer que soy el único.

Y verle correr detrás de mí, mientras yo hago el loco a lo largo de la vida...ver cómo te escucha presto cuando le llamas y le explicas... hace que te sientas mucho mejor.

Y quizás es la única cosa que no es artificial en este lugar.
Él llega a formar parte de mi amor propio, me hace renunciar a mansiones y grandes fortunas, palacios cuyas habitaciones y lavabos jamás, ya, pisaré. Me hace renunciar a todo eso, tiene esa virtud, esa virtud tan grácil. Esa capacidad de explicarme cómo se huye por la puerta de atrás, y como se tiran las llaves de oro que te regala gente estúpida a cambio de vender tus vergüenzas.

Tuesday, June 27, 2006

Esquela 21: Confesiones de Paul

Todo el tiempo diciendo que no me importa. Todo el tiempo diciendo que me da igual.

Supongo que muchos recordarán de mí esas frases.

Y yo entonces temeré haberles sido de poca ayuda. Más que eso, temeré haberles dejado tan vacíos como cuando se dirigieron a mí por primera vez.

No me importa, me da igual.

Porque nunca tengo ganas de marcar a nadie ningún camino. No tengo ganas de explicarle a nadie nada que le condicione, así que para muchos soy sencillamente volátil.

Pero me da igual, no me importa.

Y ello no significa que no tenga cosas que contar, que no tenga opiniones formadas, que no sea capaz de explicar mi propia versión de los hechos.

No, en absoluto. Si me lo pides, yo te lo cuento, te cuento qué me parece una cosa, o qué me transmite. Y si no soy capaz de decir porqué me gusta esa cosa o por qué me parece bella, no es por falta de criterio. Es porque no me quiero meter en berengenales. Y también porqué me parece estúpido creer que hay un motivo racional que me lleve a querer más “esto” que “lo otro”. A escondidas sé maravillarme de los asuntos, pero no sé por qué me maravillan.

Es quizá el movimiento en sí, el choque de los cuerpos, o la disipación de la energía. Es la transición entre los vasos del amor.

Algo horrible puede ser tremendamente bello.

Así que es normal que todo me dé igual y que no quiera mover un dedo para que tú cambies de opinión. Y me gusta que me halaguen, pero desde la distancia y con precaución. El cariño a menudo se confunde con las caricias enmascaradas que lucen por verdadero rostro un ruego.

Sí, por que nadie sabe donde empieza la felicidad propia y acaba la de quien te profesa amor. ¿Somos todos uno? No, no, no es tan perfecto. Más bien somos uno cuando tenemos a otro que nos completa. Y eso es egoísta y real.

Soy egoísta, por eso me da igual todo, me parece bien todo.

Y a partir de esta primera afirmación, esta primera certeza, decido cambiar a escondidas porque mi ego no merece la pena. Me entrego a las reglas sociales y les ofrezco total sumisión. Pero sin hipocresía alguna y siempre con el corazón en un puño.

Intento no dañar a nadie y seguir los caminos tal y como me los muestran. Tratando de tomar el menor número posible de decisiones. Me remito al mar. Si tienes preguntas acerca de mí, pregúntale a él, sí, al mar, que seguro que te contesta más intensamente que yo. Y te lo explica con mejores palabras.

Mi meta es ser obvio, como querría cualquier asceta. Es más bien una utopía. Por eso me convierto en el propio monóculo transparente por el que mis restos de persona echan un vistazo al mundo. Mi condena es tener esa virtud: Mantener la intrínseca podredumbre humana dentro de un receptáculo de cristal, que son mis aspiraciones más insanas. Y poder ver, desde allí dentro, como vamos degenerando poco a poco.

Yo soy un espectador de lujo y acepto este secreto a voces. Acepto y me resigno ante nuestro sino.

Wednesday, June 21, 2006

Tonterías

Tan solo como andaba, ando. Y créeme, me he olvidado tantas y tantas veces de despedirme de quienes corren por el patio interior…. Son gritos de niños plastificados en la pared, transistores que incluso apagados me hablan, son los aromas de la tarde nada más levantarse el sol.

Pronto adquirí un pequeño coche y empecé a pensar que aquél piso no era tan pequeño.
Me dio por acostumbrarme a dar vueltas vehiculizado (qué palabra tan psicodélica), y a gastar toda la gasolina en pequeñas rutas que raras veces no acababan al atardecer de un domingo, de vuelta a casa.

Empecé haciéndolo solo (salía el domingo por la mañana, y volvía la misma tarde), y después estuve haciéndolo un tiempo contigo. Durante aquél periodo, en vez de volver a casa al atardecer, volvíamos el mismo lunes por la mañana, porque debías ir a trabajar, al igual que yo.

Apurábamos hasta el final... Allí, en nuestro cuatrilatas, y amenudo charlábamos de varias cosas, pero nunca ni del antes, ni del después. "Tiene mérito", me decía para mis adentros.

Siempre recordaré aquella noche en que hizo un calor de cojones. Parecía que nos asfixiábamos ahí dentro. Todas las ventanas abiertas y la noche negra bien y sin acertijos. Tarareamos juntos cuántos de nuestros amigos habían desaparecido, a cuales de ellos habíamos perdido, contamos aquellos de los que jamás queríamos volver a saber nada, aquellos de los que podríamos habernos enamorado (tú siempre me ganabas, ¡qué mal!) aquellos con los que hubiéramos crecido más, de haber continuado teniéndolos al lado.

Llegaba siempre el momento en que tú fumabas tu cigarrillo rubio, como para desacostumbrarte del hábito. Yo me solía reír, y en ese instante, nos sorprendía suavemente el crepuscular mortecino del lunes imparable y denso.

Pero no me parecía tan mal, no me lo parecía. Podía soportar mucho mejor el resto de la vida.

Y ahora que conozco la otra parte de las relaciones humanas... ¿sabes qué? que creo que es malo ser tan feliz en un momento de tu vida... porque ese instante no va a volver... Así, me condeno a fracasar dentro del terreno de la prosperidad total por el resto de mis días.

He dicho que ando solo, porque ya se ha acabado todo lo que había, y pasas a ser una más de mis amigas. Cuando estábamos en el coche charlando, no concebía la idea de que tu ibas a ser una de aquellas personas que juntos colgábamos y descolgábamos a nuestro antojo de la pared de nuestros recuerdos.

Es cierto que te recuerdo con más fuerza que a los demás. Fuiste una gran amiga, y eso es algo difícil de encontrar. Sigo buscando, probando suerte, queriéndome autoengañar.
Lanzo un pequeño homenaje a tus maneras fumando. Y ansío ver un cigarrillo posado con tanto estilo en los labios de otra persona que no seas tú.

Es muy peligroso ser tan guapa y tan amiga, es muy peligroso, y tú fuiste la única que lo llegó a entender.

Ahora me voy a ver la TV en el aparato que incluso apagado muestra imágenes. Unos días son más difusas que otros. Tengo amigos todavía, pero ninguno tan afilado como tú. Tengo amigos, y nada más. Tengo millas, no tantas como tú tenías. Siempre me ganaste en los viajes. Jamás te gustó tener la última palabra, sabías que eso no me dolía. Preferías ser la última en pisar cualquier pequeña vereda, cualquier paisaje horrible o maravilloso. Querías llevarme un paso de ventaja en la vida. Eso sí que me repateaba.

Solo tú te diste cuenta, pero ahora, ya no importa.

Saturday, June 17, 2006

Esquela 20: Borracho de amor

De pequeño ya anduve aprendiendo que cualquier excusa es buena para escribir.

La Luna y el Sol están casi en el primer lugar. En el primer lugar de mis sentimientos. Por él y ella puedo pasarme la vida entera escribiendo.
Pero tú vas antes que ellos, y tengo un pequeño problema. Contigo las palabras me saben a poco. Me las coloco todas en la boca y las escupo. Pero mis labios se cabrean... porque están hartos de dibujarte en fonemas. Están hartos de hacerlo, porque prefieren amarrarse a tus besos. Quedarse colgados allí durante días enteros. como lo haríamos nosotros en nuestra isla desierta. Sin intervención humana, más que la desgraciada nuestra.

¿Qué te llevarías? Yo te me llevaría a ti. Eso es lo más importante.
Y hoy van mis labios y se extrañan... se extrañan de cuánto y de cómo te extrañan. Solo por tus palabras... que no son las mías. Son las tuyas. y cada una vale por una parte viva de una parte de un beso tuyo. Eso es mucho más de lo que yo podría conseguir escribiendo cinco mil quinientas veces que me prendé de tus ojos vertiginosamente transparentes, o de tu mágica y dañina sonrisa o de todas esas tonterías de última hora apuradas con el olor a gasolina.

Y si cuelgo esto, a sabiendas de que las cosas van a salir mal, pues nada, no hay problema, esta vez no lo hay problema. El motivo es sencillo...: me he bebido seis cervezas, y entre gota y gota de alcohol nostálgico, me han contado que lo que me pasa es que te quiero ver esta noche con todas mis putas fuerzas. Quiero volver notar cómo circunvalas mi corazón y de nuevo pasas de él. Sí, es así. Cómo te olvidas de mí de nuevo, quiero verlo... quiero verte otra puta noche.

Quiero sentarme en los lugares más lúgubres contigo para encontrarme (como vestigio de nuestro romance) tres o cuatro palabras mal pintadas, desordenadas y sin ningún sentido. Pero es que son tuyas.

Te cuelgo un secreto en la pared de arriba del entendimiento. Sé que tú no vas a preguntar por él, pero yo dejo aquella bolsa allí arriba puesta. Aquella bolsa que trata de un secreto por el cual ojalá me preguntaras alguna vez.

Te quiero ver otra vez, joder! te quiero ver otra vez, porque tus besos me dejaron una marca, y hoy voy borracho y me adelanto a la censura de quien sobrio pretende cantar.

No tengo nada. Tampoco te tengo a ti. Me da igual, me da igual. Llevo una vida entera llorando. Si se me ocurriera reír, solo me entristecería un poco más.

Por eso, siempre he dicho que nada es por cómo de triste me siento
Nada es por cómo de feliz me siento
Todo es por cómo de triste me siento siendo feliz.

Feliz con estos pequeños arrebatos de locura que debo sencillamente a tus pasajeros besos.

Tuesday, June 13, 2006

Esquela 19: Romance peleón de verano

Me levanto de la cama sudando porque hace un cojón de calor. En mi cabeza se repite la misma música con la que ayer me dormí. Voces cristalinas que me hablan de la espesura de los días que vendrán. Tiene gracia.

La única buena decisión que tome ayer es irme a la cama desnudo. Hoy no me molestan los pantalones al desperezarme. Voy despeinado por el piso. "Por lo menos estoy solo", me digo, mientras me acerco a la cocina. Me ha ido invadiendo el frío de una mañana nublada y poco bochornosa. Es extraño, sí, pero mi cuerpo es débil y emana poca luz. Pronto me moriré.

Llego por fin al la parte de lo que antes fue el lavadero, me siento, pongo la tv. Sintonizo “la mirada crítica” y de ese modo alimento mi odio hacia alguna cosa. En este caso hacia Madrid. Siempre es bueno odiar algo. La cuestión es saber qué odiar. ¿Quién no odia? Supongo que alguien recordará el capítulo de los Simpsons en que Net Flanders descubre que todo su rencor estaba anclado en el pasado, fruto de la relación que tenía con sus padres…. Mala elección, Net.

Hoy paso de los Doo Waps y me como unos bollos de la Bella Easo, y por fin noto como empieza mal del todo el día: sigue sin salir el sol, y las voces cristalinas permanecen en la mente.

Hay algo sucio en mi alma y no sé bien qué es.

He de estudiar, he de estudiar, me levanto de la cocina, me calzo unos pantalones por fin, y paso de la ducha. Me siento frente al ordenador, y decido ponerme a leer los apuntes sin pensarlo. No lo consigo…

Hola, me estoy tratando de concentrar, pero mis ojos me decepcionan.

Hago cualquier otra cosa que esta por encima del bien y el mal. No entro en detalles. Poco después, he alcanzado la máxima mugre espiritual. Maloliente y desdichado, voy viendo como empiezan a saltar a la pantalla de ordenador pequeñas ratitas que me explican que no me preocupe, que ellas pensarán por mi de ahora en adelante.

Me hablan de todas las series de la mañana.

Como siempre, me pido ser feliz como nunca. Soy codicioso y aquí sigo, escribiendo y sin estudiar. Vacio por dentro y por fuera.

Hola, me estoy tratando de concentrar, pero mis ojos me decepcionan.

Formo parte de la historia mundial como un pequeño engranaje de una cadena descomunal de diminutos acontecimientos que esclarecerán para algunos afanosos intelectuales algún pasaje del próximo testamento que el Elejido escriba.

Sí, almenos formo parte de una historia… Quizás mis manos también quieren recibir el reconocimiento de mi cabeza. Voy a empezar por darles las gracias a ellas. Después exigiré al superior que deje de romperme las gafas.

Después de no ser nadie o ser el cuarto de la mitad de una historia reflejada en un puto pasaje de la próxima biblia, me encomiendo, más que a los santos, a una esperanza independiente, resuelta y abismal: me encomiendo a la Imaginaria, trampolinizado por la música que ahora escucho.

Homenajeo a quien me angustia, que es la mujer sin silueta que debe recuperar algún día su forma original, -arrancándola de los valles y desiertos a los que tanto aludo- encumbrándola, así, con la fertilidad de la tierra húmeda y bienoliente.

Sí, sí... ¡Quién encontrara aquél compendio de elementos naturales significantes y lubricantes para el alma! ¡Quién encontrara el último vestigio de la tierra pagana! Yo me agarro a lo más alto del último mástil de la goleta que naufraga esperando a que aparezca.

Voy a morirme ahogado como los demás después de todo. Una mujer así no existe.

Sunday, June 11, 2006

Esquela 18: Punto muerto

Todos estais invitados. Va a ser divertido.

¿Empezamos ya? bien.

Hemos quedado como siempre, como compañeros. Pero de nuevo, me has enseñado el espacio ultra exterior, me has hecho pasar varios lustros colgado de los anillos de saturno. De nuevo he visto lo que creí que solo una vez vería. He visto la Tierra bien pequeñita, y no he tenido tiempo de cansarme todavía.
Por qué no nos quedamos un día más?

¿Cómo coño me haces sentir tan bien como nunca, y después me dejas una nota que dice que vuelva solo de regreso a la tierra?.

no es la primera vez, tranquila, también sé que no soy el primero al que llevas.. No es la primera vez que nos alejamos juntos de este mundo. No es la primera vez que me pides que te abrace fuerte, a pesar de ser tú la que me abre todas las puertas. Me dices que tienes miedo, me pides que ande y comparta contigo la noche, y como favor me pides que te guarde el secreto de todas las constelaciones que diseccionamos. Me pides que te guarde el secreto, y me dejas a un paso de saber que hay detrás de las estrellas.

Es obvio, que de ver los astros a pisarlos, nunca mejor dicho, hay solo un paso. Solo hay una cosa mejor que desgranar las estrellas desde el lugar al que me has llevado, solo hay una cosa mejor que el espacio ultra exterior.

Es sencillamente estar dentro de ti.

Así que sí la próxima vez me pides que te acompañe a ver algo, oh, no me vuelvas a trasladar por las vías de las caricias hasta la tercera constelación. No lo vuelvas a hacer, porque me vas a tocar y me voy a hundir, me vas a tocar y me voy a hundir entre las nieblas. No me enseñes nunca más ningún lugar, si después no me dejas refugiarme dentro de ti.

Porque me voy a volver loco si me dejas colgado de las estrellas y después no me bajas y me cierras todas las putas puertas. Porque de sentirse tan bien a sentirse tan mal hay muchos salones, pero siempre hay una puerta de atrás por la que paso como un anormal.

No me jodas, ahora enserio. No me vuelvas a hacer nada de eso si no tienes malas intenciones en tus manos escondidas tras tus caderas. No me vuelvas a sacar la lengua si detrás de ella solo hay palabras.

No me vuelvas a llevar al anillo de siempre y me dejes allí colgado, que me voy a volver loco. Si me pasas a recoger, que sea para y por una noche entera en que nos durmamos juntos y te despiertes a mi lado.

Tuesday, June 06, 2006

Sin destino

Se acabó. Es así de sencillo. Como que la diferencia es el límite de las estrías de la vida y que los pájaros acaban por caer.

Y todo lo que me queda es una amalgama de sentimientos. Sensaciones extrañas que se han metido dentro de mí. Todas tan rápido que apenas se han podido cristalizar por separado. Así que se han fundido. Por ello hoy tengo este tipo de mineral indefinido.

Ser capaz de contar historias a los demás mientras te agazapas bajo una duna, compartir tonterías de siempre con gente de nunca, tomar té en el primer bar que encuentras... Todas esas cosas son posibles porque nos gusta pensar caprichosamente.

Yo solo te quería pedir que me prestaras tus brazos otra vez. Ahora solo los pondría en cruz, te pediría que llevaras tus sensaciones hasta el pequeño cerro que hay detrás del edificio, y olvidaras, por favor, el trágico momento.

Sé que eso es algo que solo duele y nada más.

Cuando estábamos solos, las luces en la noche brillaban de oscuridad porque las alimentaba la fortuna, y si conseguimos que pasaran aquellas cosas maravillosas, fue porque fuimos caprichosos. Y créeme, créeme, que te voy a guardar sin tu permiso, en el compartimiento más estanco de mi alma, para no volver a perder las referencias de este mundo tan cruel, tan cruel, que –por cierto-, se me ha desnudado durante estas últimas noches.

Te construyo, te construyo poco a poco, y te trabajo para que seas la más fuerte en mi espacio terrenal y privado. Te cultivo para que esparzas malas hierbas en el hacendado, para que te fumes todos los cigarrillos del mundo bajo el toldo de la avenida que da a todas mis vergüenzas. No me puedo perdonar nada.

En el bolsillo quedan unas cuantas monedas y un par de recuerdos. Es el fútbol y quién nos retaba, es el color rojo de las caras de quienes bailamos durante toda la noche al son berebere previa autorización tuareg.

Es una evocación que fecunda en mi interior y que provoca la eclosión de unas ganas joviales de morir. Me quiero morir en el puerto, me quiero morir y dejar de pensar en qué está bien para mí y qué esta bien para los demás. Es una pequeña niña que ya ha crecido lo suficiente para sobreponerse a la magia de los otros años y ha logrado ser fría. Escúchame, escúchame, escúchame, sé que los instrumentos se están desafinando paulatinamente y que esta melodía anuncia un final horrible. Pero mira, mi voz trata de sonar clara a pesar del estruendo., no te vayas, por favor, no te vayas del concierto.

Corríamos como locos detrás de pelotas y resulta que en realidad eran estrellas colgadas del cielo. Corríamos queriendo querer llegar. Ahora sabemos que creímos poder llegar, y lo único que hay detrás de esta nueva certeza, es una pizca más de infelicidad.

Perdóname, perdóname, perdóname, viento, aire o brisa, perdóname por no tener una puta casa a la que ir.

No lo vas a hacer y recibo, con esta última carta a ningún lugar, el jodido dolor que me he ganado.