Friday, December 20, 2013

Cabeza escamada

Tiene la mente seca y arrugada, tiene la cabeza como una esponja al sol, tu cerebro es ya solo filamento, hojas de otoño, nada que pueda dar mucho más que hablar. Mis botas. Míralas, mis botas, siempre allí, raiéndose, permíteme decirlo, de raídas. LA fiesta en el pueblo y mi cabeza seca, sin embargo retengo buenos recuerdos, dios lo sabe. Hasta ahora nunca me había arrepentido de perder el tiempo. Es ahora cuando la cosa empieza. Por eso he de bajar, ir al sur de los asuntos. Mimética de la polla. Lo dicen y lo decimos. En el trabajo, en la intimidad, en el traspaso social, lograr ser uno mismo. El mérito está ahí. Vomitas y te duele la cabeza, y todo te la suda. Es cuando más vivo te sientes. Cuando no tienes nada que ocultar. Porque cuando no escondes nada, vuelas. Me ha pasado alguna vez. He sentido cómo se abrían mis alas, como, se me ensanchaba el torso y entraba el aire por mis fosas, he notado como el pecho se hinchaba. Es entonces cuando te miran con respeto. Y te ves bonito. Es entonces cuando dices “coño, merece la pena estar aquí después de todo”.  Cuando te descargas de todo lo que te ha enseñado el sistema.

Sería genial ser un animal con cabeza. Pero por desgracia sólo soy un hombre.

Wednesday, December 18, 2013

Mordiendo cloaca

No, no es que esté mal. Me han enseñado a pensar que no es que esté mal. No es que esté yo mal. Me han enseñado que hay una ciudad solitaria, y es allí donde debo dirigirme. De camino a ese lugar, atravesada me he encontrado la villa de Calafell. En ese pueblecito, los asuntos pendientes y las promesas por cumplir aun tienen cierto peso sobre mi espalda. Pero creo que allí, se empieza a estar bien. Nunca, nunca antes, había notado tan claramente todo lo que me falta. Algunas cosas me abandonan. Me abandonan. La que más me preocupa es la frescura, que va de la mano de la motivación por el día a día. Todo ello acaba afectando a mi capacidad creativa.

Antes veía más que personas, cuadros. Furia y dentelladas. Podía machacar a cualquiera sólo por su aspecto. Cada visión era incisiva y profunda. Veía los objetos y los animales detrás de las personas. Viajaba llevado por la rabia y la potencia a lugares maravillosos.

Mi piel actualmente es amarillenta, mi tez desprende aroma a muerte. La luz del flexo es la luz de mi vida, enfermiza, cerrada, viciada y vacía. Llena de polvo. Yo en su día creí que las cosas llegarían solas. Pues bien, aquí estoy anclado en mis propios anhelos.

Algo debe cambiar en la ciudad.

Friday, December 13, 2013

La casa arde, vas dos por debajo; Calafell arde, dos a bajo. Ellos sangran, uno arriba. Aún hay tiempo para rescatar al pequeño, Dos arriba. Aún hay tiempo para rescatar al pequeño. Dos, joder, dos arriba. Entras, la madera dificulta el paso,  la cerveza, el dolor de estomago. Calafell sigue ardiendo, tres abajo, MaJesús arde, 4 arriba. MaJesus estaba prodigiosamente buena, te acuerdas? Tomaba el sol en el césped junto a Silvia y a Núria. 

Wednesday, December 11, 2013

Lo que da de sí el maxilar


Sin embargo, allí donde la carga del estrés se manifiesta, es más la zona temporo-maxilar derecha, aquella que no ha sido aboyada tras el traumatismo. Es ese hecho, el que me hace pensar, que quizás tal y como obramos por naturaleza, no acabamos de encontrar la solución adecuada a nada. Sí, porque hoy en día, obrar por naturaleza es dejarse llevar. Nada que  ver con la idea de obrar CON naturaleza.

Hoy leía un artículo interesante sobre las reflexiones de la gente que se enfrenta a sus últimos días de vida. Me sorprende  coincidir con sus reflexiones de un modo tan preciso cuando, que yo sepa, la muerte todavía no me acecha a la vuelta de la esquina.

Ojalá hubiera tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí.

Me ha dejado más que preocupado leer esto. La gente se suele arrepentir esto justo antes de marcharse. Entonces, en qué lugar quedo yo? ¿Cuál es, de tan alto, el grado de ineptitud que ostento?

Mi temporo-maxilar  me recuerda muchas cosas. Por ejemplo, que quise querer a quien pedí diagnóstico después del fatídico incidente. También me recuerda que a menudo, obrar por naturaleza no es correcto. Hay que hacer un esfuerzo frente a las corrientes venideras, que ya no son las que eran. Pues esas, te hacen creer que lo correcto es sobrevivir siempre direccionado a la competencia frente a tus semejantes, tratando de sobresalir para que los que te conocen digan que eres mejor o te tengan envidia.
“Hay que cultivar valores en la tierra para trascender de un modo armónico”, me atrevería a decir, desde mi humilde punto de vista de aficionadillo a la reflexión.  

Después de esto, pienso en ir a calafell, ese lugar metafísico donde desemboca mi desespero, pienso en eso, en una muchacha de 19 años, pienso en dar por culo a todo, pienso en la música, en mi galopante alopecia, pienso en que todo, absolutamente todo, fuera cortarse un brazo para dejar atrás la angustia que llevo dentro. Después pienso en el daño que nos inflige el sistema de la manera más vil, aplacándonos sin nosotros ser conscientes. Entonces espero a que digas que tengo salud y trabajo, que gano poco, pero gano. Espero a que digas que tengo juventud, mientras veo como te has convertido en otro lacayo de las corrientes, en un valedor de las condenas que nos imponen los grandes inversores del mercado, verdaderos dueños de nuestras vidas.





Thursday, December 05, 2013

La protesta más dulce


Venga, ven aquí, acerca tu mano, apóyala sobre mi pecho, apoya tu cabeza, déjate llevar por la suavidad de un ritmo incesante, déjate seducir por las luces de color. Es tarde, ya lo sé, pero la música va a seguir sonando el tiempo suficiente para dejar de pensar en ella. Va a sonar lo suficiente para que dejemos de estar pendientes de todo lo demás y nos dediquemos a navegar por un mar en donde sólo estamos tu y yo, y la brisa que mece nuestro espacio.

Los compañeros toman cerveza, ríen, parecen pasarlo bien, y al fin todo cuadra.

Aquí nunca se hará tarde. Todos irán pasando, y nosotros seguiremos en el mismo lugar, bien juntos, balanceándonos levemente, de un lado al otro, al son de una música que ha dejado de preocuparnos.

No se te ocurra, no se te pase por la cabeza lo que hay ahí fuera. Creo que lo hemos visto suficientes veces. Desespero, mucha velocidad, rivalidad, ansias por llegar a algún lugar, el que sea. Egoísmo.

Con nuestras manos entrelazadas, y tu cabeza en mi pecho, Pedimos que dejen, los de ahí fuera, que nos rindamos. Pedimos, por favor, que dejen que nos demos por derrotados, pedimos que nos olviden, que nos dejen tirados, que nos declaren  vencidos, que nos expulsen de sus vidas.


Así, bailando entre el gentío, tan discretamente como el viento que sopla en una mar en calma, lanzamos el manifiesto  más salvaje: no merece la pena existir para nadie más.

Tuesday, December 03, 2013

PsaicaMar

Escucho su latido, marco la ubicación en el mapa, el mar se calla: pronto echo en falta su rumor. De repente en la parte superior de la popa, el viento encuentra un hueco  en donde ponerse a silvar. Ella empieza a respirar dificultosamente, algo la anega. Apoyo mi cabeza en su estómago. Una roca, un mineral, o quizás algo menos romántico, un plástico, por ejemplo. La cubierta está húmeda, y la embarcación no puede avanzar más de 10 nudos por hora con el peso de ella. Vuelvo a recostar la cabeza en ella, ahora un poco más cerca de su parte superior. Acaricio su aleta. Noto su pulso lento, y tengo la sensación de que no aguantará el trayecto hasta la costa. Pienso en usar la radio para llamar a una embarcación de mayor eslora y potencia, para que venga a recogerla y se haga cargo.

Es preciosa, pienso. Es preciosa y brillante. Y entiendo a quién pudo a llegar a creer en ellas… la acaricio, me atrevo a acariciarla, y noto que me habla. Me dice que no tiene nada, que nunca ha tenido nada y que por eso eligió el mar. Tener nada no te ata a nada. La verdadera libertad duele más que la herida que le ha causado el objeto que la ha traído hasta aquí. ME dice que yo soy de los pocos que puede entenderla, y a medida que habla, su curvatura se va pronunciando, y su melena se dora. Allí tirada, ángel de dios, me explica que nada es nunca lo que parece. Que me lo digan a mí, le contesto, que ahora que la veo no parece para nada aquello que he recogido del mar. Ella sonríe, me dice que le parezco tierno, y que una vez, ellas y nosotros compartimos hogar. Le pregunto que cuánto hace de eso, y entonces me contesta que fue” hace dentro de diez mil años”, que no me preocupe. ME dice que no cuente nada de eso, que sólo creerán que estoy loco. Que guarde el secreto junto al mar, y que si alguna vez siento la necesidad de compartirlo, me coloque en la borda, y lo comparta cuando tenga la certeza de que no hay nadie más cerca.


Ya lo sé. Ya sé que hay cosas que merece la pena guardarse. Ella disiente, tose, mi cabeza se desliza por su masa viscosa, resbalo, pierdo el equilibrio y caigo al suelo. El mar se ha enfurecido de repente y ella ya no está. No me importaría ser engullido por la tormenta. Nadie me espera, y yo, lo poco que puedo esperar, está al borde de la fantasía.

Monday, December 02, 2013

8 años


Noviembre o diciembre, qué más da. Es la despedida a ti, y a la zona aquella dónde crecí pasando de la post adolescencia a la parte que hay delante de la edad adulta. Recuerdo que pisaba los mismos locales musicales que tú pisarías más tarde. Recuerdo que me enamoré donde tú después te enamorarías, que besé allí dónde tu besabas. Recuerdo también que cometí los mismos errores que tú ahora cometes. El problema, es que cuando tú te equivocaste, lo hiciste conmigo. Yo ya era de otra generación, te sacaba unos cuantos años, y quise vivir aquello que sucedía entre nosotros sin ningún tipo de miedo. Sabía que tú no te lo ibas a tomar igual por tu parte, pero ¡qué podía hacer yo? ¿Querer como solía querer hace 8 años, para así estar a tu altura?


No pasa nada, ahora te has ido, y yo lo llevo bien excepto en los momentos en que escucho la música que tu hubieras escuchado si hubieras tenido esta misma edad que tienes, pero ocho años antes en la historia. Lo llevo bien excepto cuando aprieta el frío industrial, aquel que sentía en el polígono del extrarradio. No pasa nada, cuando me asedia tu recuerdo, aprovecho para escribir, porque con todo lo que se estropea, como aquella tontería de historia que tuvimos, siempre se puede arreglar otras cosas, como esta tediosa tarde de noviembre en el trabajo.

Y por mucho que digan los demás, yo prefiero que me hagas escribir a nunca haberte conocido.