Thursday, October 31, 2013

La escalera de Sara


Llega y se va. Y aunque parece que no ha cambiado nada, todo queda colocado del revés… Llega y se va, como llegan las cosas preciosas a las que entregas tus sueños más humanos. Llega el salón, y ella llega con él. El salón de los dibujos japoneses, y ella, arrastrada, enhebrada con la emoción que el mismo evento me suscita, golpea.

Golpea, y recuerdo sus rincones, que son los míos. Todos y cada uno de los rincones de Sara. Hoy dejé la escalera, la escalera donde viví 4 años. Hoy dejé el el piso donde viví 4 años. Y ella, ella siempre permanecerá en el rincón que hay entre la portería y el entresuelo. Ese siempre será el rincón de Sara. Allí donde nos bebimos hasta la saciedad, allí donde teníamos que asegurarnos de que nuestros cuerpos seguían vivos, palmo a palmo, lengua a lengua. El descansillo donde las puertas del cuarto de agua. Allí, en ese rincón, nos agarraba la pasión y nos obligaba a desnudarnos miedosamente. Allí, expuestos a los caprichos de vecinos que subían y bajaban, yo era enteramente para ella, y ella para mí. Ese maldito rincón es la parte más viva de mis recuerdos y tal vez de mi vida. El rincón que arrastraba millones de instantes detrás, y que valoro ahora más que nunca. Era el rincón de Sara, donde las partes de nuestro cuerpo se imantaban para convertirse en una sola pieza, para encajarse con el testigo único de los rítmicos y amortiguados chasquidos y los leves y entrecortados gemidos de ella. Esa escalera donde nos apoyamos de todas las formas posibles, donde nos entregamos hasta la extenuación, y yo la cubría tan fuerte con mis brazos, le colocaba mis dedos en los labios, y ella me bebía y temblaba, se derretía y se rendía.

Se dejaba vencer destensándose como si fuera una vela de terciopelo desprendiéndose de una nave imaginaria en un día de sol y brisa crecidos…

y entonces, al derribarse ella, me mataba a mí de locura... Sí, ella ligera volaba y se posaba entera en el cuerpo mío, cubriéndome de placer, tan diminuta, insignificante de la rabia, como ella era. Al igual que un manto de hectáreas hilvanado con todas y cada unas de las emociones que uno es capaz de sentir… me invadía implacablemente, haciéndome sentir más perdido todavía, y sin menos referencias que la inmensidad marina.

A dos plantas de la puerta de casa, la lujuria desbocada llamaba a nuestras puertas, y yo la dejaba entrar encantado al igual que ella. Porque allí, en ese espacio y ese instante, nos entendíamos mejor que nadie. En la noche y  en el alcohol, había un sentimiento limpio y su cuerpo pequeño, milagroso, su culo respingón, su figura atemporal, diminuta y perfecta, sus ojos que atravesaban el edificio y la ciudad… todo aquello era demasiado campo de batalla para un pobre soldado que soy yo; un campo de batalla donde luchaba contra la nada, o lo que es lo mismo, contra mí mismo, puesto que a mí me atribuyo mi propia derrota y la consecuente pérdida de la Preciosa y Pasional Sara. Una chiquilla que ahora ha construido su vida sencilla con otro, como es normal.

El salón manga nos pone deacuerdo. Dejo mi piso cuando el evento da comienzo, y ella aparece de la mano de los sucesos emocionantes. Siempre como es ella. Maravillosa de tan discreta.  Viene, y yo apunto la derrota antes de que empiece la enésima batalla, y me agrado en el fragor de la desidia, me agrado viéndome pasear entre los pasillos del salón con ella. Me agrado notando suceder mi vida delante de mi. Me agrado en la escalera porque ella me hizo sentir vivo de verdad, y me sigue haciendo sentir enteramente vivo.



Wednesday, October 30, 2013

Embarazado de Octubre

El octubre te sangra cuando viene el frío. Con él, suele aparecer la mujer más invernal de toda la vida. Solo hay dos mujeres invernales. Una es la de los ojos extremos y profundos. La otra es Björk. Viene, con el sangrado de octubre que es negro. No es saturado.

Tú, en tu ciudad, vas resolviendo traspiés de liana en liana. Ella permanece al final del camino, y se contornea exóticamente, y a pesar de derretirte con la mirada, lo que sientes es frío. A pesar de sudar amazónicamente, sientes helor. Y si alguna mujer pudo haber retratado extrañamente la conexión más directa existente entre el amor y el sexo, es ella. Te baja el octubre a últimos de mes, la paloma de los centros comerciales emerge, y aún sin saber porqué, anhelas la pronta oscuridad, el aire cortante, el siseo de las avispas y la radio mugrienta. Y eso que estás a las puertas de noviembre.  Los cocodrilos van pasando en procesión, la Nicaragüita sigue en el lugar donde la dejaste, y sin embargo tienes frío.

En secreto, deseas que se detenga el flujo o lo que sea que llevas dentro. Detenerte en la punta misma de la posibilidad, en el saliente de la duda, en la cresta del enigma. Dicen algunos que eso significa morir. Otros solo pensamos que es como comerte las uñas más allá de lo permitido. Donde topas con la carne pura, donde se abre el dolor poblando cada rincón de tu cerebro, cada palmo de tu intimidad. Desbordante él, como la brisa que atraviesa todos los rincones del ramal pelado, árbol tu, gilipollas, árbol tú.


Me baja el octubre y con él,  se me cae la máscara, el miedo a la muerte. No me extraña que los viejos nos dejen al bajar el octubre. No es él quien los expulsa. Son ellos los que se dejan seducir. Ceden al sueño eterno ilusionados. Ilusionadísimos, montan en la nave espacial que les lleva a la otra vida. Octubre es zalamero como el sólo, que incluso hace que nos tomemos la muerte a broma. Hijoputa, Octubre. Y su palabra favorita no deja de ser Bienvenida. Bienvenida.

Monday, October 28, 2013

7 segundos




Woooow, dícese; dícese woow; colóqueme, dios colóqueme sin yo hacer un solo esfuerzo más, en la posición fetal perfecta, para el trayecto más corto que hay hacia la profundidad marina.
Estaré hasta arriba de maría, encomendándome a las estrellas, y frontando mi nuca contra su superficie el busca de una unión imposible. 

Todo será poco hasta que regrese. Y cuando regrese, todo será aún menos. Y en ese afán por recolectar todo lo que abarquen mis brazos, en esos momentos mayores que la distancia que sólo se puede medir con la luz,  ni la muerte me va a preocupar.

Todos buscamos algo. Todos buscamos el cometido.  Nuestro cometido.

Es entonces cuando adornamos el árbol y olemos la llegada de la navidad. Encajamos en el marco social a pesar de nuestras ganas de huir de los tópicos. Nos dejamos llevar por las cosas de hoy y de siempre. Llegamos a la copa, colocamos la estrella, encontramos pareja; imaginamos que nieva, abrimos regalos mientras la comedia se sucede en el televisor.

Hay un momento en que no deseas nada y lo tienes todo. Ese momento, en el mejor de los casos dura 7 segundos.

Thursday, October 24, 2013

Germinal


Abatido en la frontera, la sangre se dibuja por debajo de la camisa. Espalda mojada, corre o cojea, sea lo que sea, de medio lado; los haces de luz provenientes de potentes focos, atraviesan la oscuridad; la rajan tan abierta ella; los aviones, esporádicamente cruzan el firmamento, marcando lumínicamente las retinas de extenuado y  quebrando el techo del globo con el sonido de sus turbinas.

“Pronto morderá el polvo”, piensan sus asesinos.

Y así sucede. Se desploma contra la tierra, levantando una polvareda que le glorifica, una polvareda que otorga, si cabe, más intensidad a las luces que le persiguen. Golpea su cuerpo sordo contra el suelo, y el sudor y la sangre se mezclan con la arena.

Completamente rebozado en sus efluvios, atina hacer un último esfuerzo, y se saca del bolsillo del pantalón la estampita y la fotografía desgastada de sus hijos. Siempre una cosa junto a la otra. Le inunda la incomprensión; le trepa tan fervientemente por el cuello que siente cómo se ahoga de dolor.
Quizá no debería haber mirado esa foto en ese momento; quizá se debería haber encomendado al anonimato de la negrura. Al “no soy nada y en nada debo pensar”. Quizá debería haberse entregado sin resistencia a la sinrazón de la eternidad.

Pero lo hizo; en lugar de eso miró la postal de sus hijos; y apuesto que ese pensamiento; ese pensamiento irreductible vomitado en ese último halo de vigor y violencia, germinó. Germinó de algún modo. Porque hay sensaciones que son indisolubles.

***


Hoy en día pisamos esta tierra de histórica confrontación, y sentimos cómo se eriza nuestra piel. La historia, brota precisa de nuestras bocas sin apenas haberla vivido. Quién sabe, si nosotros mismos aquí, y en este lugar, somos la esperanza florecida de un último suspiro.

Tuesday, October 22, 2013

Soy más de vuelta que de ida

A veces, algunas veces, pienso en los caminos que recorrí, siempre de vuelta a  casa. Algunas veces solo, otras acompañado. Algunas borracho perdido, dando tumbos, otras agarrándome al cuello de mis amigos. Siempre en la oscuridad, siempre desde lo oculto de la gran ciudad; cuando las avenidas callan y las tripas urbe rugen motorizadas: sólo unos pocos nos ven, pero contamos con su complicidad. Podría tratar de explicarlo, pero nunca conseguiría con ello, lo que consigue mi media sonrisa al evocar todos esos momentos, juventud metro a metro, trago a trago, libertad, verdadera libertad y la lealtad. Los restos de esos valores, son los que quedaron atravesados en el hueco más profundo del vientre de mi vida.

Podría tratar de relatarlos, pero no merece la pena. Todos ellos ya no permanecen más que en mi memoria y en la memoria de los míos, y si bien no puedo describirlos, aquí estoy, y aquí estamos, todos aquellos que comprendemos su importancia. Seguimos caminando, y a cada paso que damos, seguimos empecinados en perfeccionar nuestras imperfecciones, en gritar más fuerte y en respetar nuestro propios desparrame y el de los que vienen  detrás. Es así como hemos decidido existir, desde la parte negra, desde el espacio interior, desde la bendita complicidad y la ausencia de palabras. Desde la sorda incomprensión.
Ahí estaremos siempre, en cada camino a casa que haya, en la ruta de regreso, en la vuelta al hogar.

Pero que nunca quepa la duda de que…

De que el día que no nos alejemos lo suficiente de nuestra existencia antes de volver a por ella…
De que la noche que no exprimamos hasta la última de nuestras lágrimas y nuestras risas antes de llegar exhaustos a nuestros orígenes…


El tiempo habrá dejado de importar, y probablemente también nuestras propias vidas.

Friday, October 18, 2013

True Way

Pienso que tener tatuajes no es demasiado importante. Pienso que lo llevo todo dentro, pienso que no tengo imitación posible, pienso que todo lo que sea adicional a mi forma de caminar, se me clava por la espalda, se me clava por la espalda y me rompe. Siempre con las  caras sonrientes alrededor. Cuesta saber quién está de tu lado, quién te habla enserio,q uien te respeta o quien busca sencillamente algo que va más allá del fin que eres como persona. Puede pasar. Yo también obré así, también caminé por las avenidas de NY deseando desaparecer, eligiendo el desenlace más barato; como el final del best seller más adecuado al momento en que vivimos. Yo también fui como los demás esperaran que fuera. Aún hoy lo sigo siendo. Pero ya estoy de vuelta, cansado de brindar palabras para los demás, ahora suelo encontrar el verdadero placer de la existencia en mis propias contradicciones, en la diferencia entre lo que soy naturalmente y lo que mi alrededor es, ya no sé si natural o artificalmente. Me coloco en el balcón, te pido que me acompañes. Nos inclinamos los dos levemente para observar un poco más sobre el ángulo muerto que oculta lo que yace directamente bajo nosotros. LA vida es así, a menudo. Te inclinas de un modo extraño y es entonces cuando ves un poco más allá. Pero nunca puedes desentrañar el misterio. A no ser que lo pagues con la muerte.

Mientras tanto, los coches, ya lo sabes, siguen pasando por la avenida, y aquí, desde el callejón, los ves durante tan poco tiempo, hay tan poco campo de visión, que parecen bolas de fuego brillantes.  


Si hay algún camino de verdad, no creo que lleve al cielo. Sencillamente lleva al mar.

Monday, October 07, 2013

Los sueños húmedos de Arkansas



A veces me siento como un monstruo de voz ronca, como un caracol que avanza con maletín, me rodeo de patinadoras con triquinis de licra, ellas me ecoltan, yo me mantengo estoico; estoy por encima de las vicisitudes; necesito tener romances como quien necesita beber agua. Necesito montar nenas como quien necesita respirar; a veces me siento como una enorme nave espacial que debe acoplarse en la estación nodriza. En una especie de película pornográfica de presupuesto bajo, plagada de situaciones cotidianas. Una oficinista me pregunta si puedo repetir mi numero; una oficinista me pregunta si quiero tener cyber sexo con ella, a veces me siento salvaje, me siento can, me siento perro inconsciente, obcecado en algo que va más allá del coito, pero no sé qué es ni me importa. Quizás por eso, mi rostro permanece inexpresivo. Mientras follo el sol cae, el sol cae, la aurora amanece, la tranquilidad se hace, la noche sucede; el viento sortea los arboles, los ramales cantan, las cigarras acompañan, paso de lo más básico a lo más espiritual afortunadamente obviando mi parte humana. Mi parte huma es un traspié en el circuito, no cabe duda. Hacer el amor, me lleva a la parte más animal, y a la más espiritual por partes iguales.

Porque para romanticismo ya tengo otros momentos. Tengo otras músicas, otros tiempos. Puedo querer quererla en otro plano, otra dimensión; en aquella donde las gotas de lluvia la empapan porque no puede abrir su paraguas. “Hablo de ti”, le digo, “hablo de ti”. Es entonces cuando soy torpe y dulcemente humano. Inocente humano. Es entonces sólo cuando merece la pena seguir en esta piel.


Thursday, October 03, 2013

A las puertas del FIN


De pronto me vi, como diría aquél, a las puertas de una debacle.  Sin haber dormido; completamente superado por mis nervios, colocados ellos a flor de piel, con la sensibilidad de una nena en periodo premenstrual, te lo aseguro, como un suegro la primera vez que se queda a solas con su yerno, mucho peor, si cabe, como un harapo mal tirado sobre la cama, harapo que poco antes había recibido el poso de algún tropezón de su usuario, que ahora caía rendido sobre el mismo colchón.

Lo que ni en mis peores sueños habría imaginado, estaba a punto de suceder.

Yo, contra Delvizius. ¿El campo de batalla? Un bar, un jodido bar en el otro extremo de la ciudad, allí donde  sólo los inmisericordes pueblan avenidas. Travesías  ajadas, anchas y planas.

Apenas pude preparar el repertorio, ese era el mayor de los problemas. Bueno, ese, y lo comentado antes, la falta de sueño. Mis manos sudaban a 4 horas vista del espectáculo. Incluso la mujer que grita había confirmado su asistencia. ¿Qué coño significaba aquello? ¿De qué manera iban a colisionar mi mundo más intimo con el más alejado de lo que soy naturalmente, el mundo laboral?


Todo lo sabríamos pocas horas después.

Tuesday, October 01, 2013

TPXiXa 2

Es una máquina de trabajar; pienso. Es un puta máquina de trabajar.
Supongo que cuando no tienes nada más, sólo te queda trabajar. Engullir trabajo. Yo no lo entiendo. Con lo bonita que es la paz y la adulación hacia el alrededor desde un elevado estado espiritual…

Ella sólo piensa en trabajo. Trabajo y más trabajo. Es un oso hormiguero del trabajo… Va husmeando por todas partes sin cesar, en busca de trabajo y más trabajo. Y si no hay trabajo, pregunta a todo el mundo qué hacer. Y sí le dicen que ahora no tienen ningún trabajo que procurarle, pero que ya lo tendrán, ella se enzarza en una discusión. “dime ya lo que sabes”, exige a los demás “así puedo ir pensando y preparando algo”. Todos se molestan, pero ponen buena cara, porque no lo olvidemos, en las oficinas pones buena cara aunque te estén tocando bien bien los cojones.