Thursday, April 26, 2012

Los senderos de alquitrán y tierra

Minogolf hits again. Ramón, con el pelo largo, supuestamente atractivo, se retira algunos mechones de la frente. Su acento sureño me descoloca. No sabría decirte si es de Sevilla o de alguna extraña Guayana. Alex, un joven con decisión, me llegó a apodar “el hombre de las bicicletas”. Jamás uno de los mayores me había tratado con tanto respeto. Hacía sol, sudaba mucho, pero en comparación al resto de los que estaban en el campo, yo apenas mojaba la camiseta. Corría por la banda, y no creo que lo hiciera mal. Había un bar allí al lado de la pista, comprábamos agua fresca. Podía ir en bicicleta por cualquier carretera; de alquitrán o de tierra. Allí, en esos caminos, fue donde me empecé a dar cuenta de que podía ser feliz mirando la tierra sin nadie más. Allí es donde empecé a calibrar la magnitud de la existencia, y lo pronto que todo acaba.

Digo esto, y mírame ahora; mi bici me la robaron, y ya no he vuelto a enfilar aquellos benditos senderos. Sabe Dios que tengo que volver.

A pesar de lo bonito de la soledad, también decidí que compartir aquello alguna vez cuando pudiera, con alguna chica, debía ser magnífico. Perdernos por aquellos campos cargados de estática emoción, que ella me acompañara y tratara de comprenderlo, debía ser quizás lo único que pudiera superar mi ya de por si desbordante felicidad. En los tiempos en que me di cuenta de la importancia de aquellos paseos, de lo que me aportaban como sujeto y de lo que me aportarían si con alguien los compartía, yo era un chico al que no se le daban muy bien las chicas. Demasiado tímido e inseguro. Si hubiera tenido la oportunidad de estar con una, se lo hubiera dado todo, la hubiera sorprendido a cada momento. Lo sentía; estaba hasta los topes de ilusión y la quería mostrar a quien conectara conmigo.

Ahora las cosas han cambiado; he conocido a algunas chicas; algunas estuvieron en el apartamento que está cerca de los caminos de tierra y alquitrán, pero no he encontrado las fuerzas para llevarlas allí. No porque haya perdido interés en la bolsa de energía que reina por aquellos paraderos, no. Más bien, el hecho de no llevarlas a los puntos clave donde se revela con fluidez la concepción de la existencia, no es otro que mi falta de interés por el proyecto que conformaba junto a cada una de ellas. Es así. Escríbelo sin miedo.

Hoy, sigo venerando aquellos mismos lugares y sigo queriendo compartirlos. ¿Llegará el día en que eso suceda? Ya no lo sé, pues si algo me enseñaron los caminos de carretera y alquitrán, es que la vida es corta y sucede sin tener porqué reservarte una historia especial. He de dar yo mismo con la puerta, abrirla, y regresar allí para que me enseñen la otra mitad de la percepción. Entonces, y solo entonces, me plantearé comprarme una moto de agua.

Roman candelights

Nacida del misterio y de lo incongruente, hace del sinsentido su bandera aparente, pero bajo esa madeja de pensamientos contradictorios, de confesiones que hablan de nada y de teorías conspiratorias pueriles, parece que se esconde la delicadeza de una mujer atenta y entregada, mucho más humana de lo que pueda parecer a primera vista. Su cuerpo, cubierto de tatuajes de colores vivos, es el anuncio de una tragedia que puede suceder en cualquier momento, y su cara, arquetipo actual y futuro de la eterna obra de Da Vinci, La mona lisa, guarda esa misma esencia en la mirada, aquella que podría hacer enloquecer a miles de hombres sin haberles ofrecido absolutamente ni un solo motivo pare ello. Ahí me encuentro yo entre ese grupo de desgraciados, nefastos, que van a recibir palos por todos los lados. Y aunque sea consciente desde el principio de este hecho, quiero más. Quiero ser presa de sus cambios de humor, su ira, sus repentinos desapareceres, sus caprichos y también sus intensas muestras de cariño y afecto, su sexo desolador, sus esporádicas ofrendas en forma de gestos de aquella otra vida que siempre soñé. Me va a dejar plantado, va a desaparecer un buen día, romper el corazón en el peor de los casos. ¿Y qué? No me importa ahora. He de conseguir sobrevivir a ella, escaparme del grupo de hombres condenados; empezaré desde abajo; Una Coca-cola, escuchar la radio juntos, un cine, un paseo. Lograr llegar a ese punto es algo que muchos solo sueñan. Candelabros romanos.

Tuesday, April 24, 2012

Haba Negra y Ramas Secas parte 2

Pues lo dicho, tenía una haba negra en mi poder, y las ramas secas ya estaban esperándome en casa, así que cuando entré por la puerta, no perdí tiempo y desaté el manojo de la lámpara de la salita. Con las ramas secas ya en una mano, y el haba en otra, me detuve a pensar un instante… ¿por qué estaba haciendo aquello? Quise pensar que la música es una parte esencial de mi vida, y que si es verdad que Belcebú es el mejor rockero del mundo, era necesario que lo escuchara en vivo, fuera cual fuera el precio. Reprendí el hilo de mis acciones después de esa leve reflexión, y coloqué las ramas secas encima de las brasas que quedaban en la chimenea. Sin pensarlo, metí debajo el haba negra y me alejé casi instintivamente de la chimenea. Al principio no pasó nada: Los pájaros continuaban cantando allí afuera y sus armonías se mezclaban con las carcajadas de los niños. Algún perro ladraba ocasionalmente, y también alguna mujer (enmuñonada, me imagino por lo angustioso de sus quejidos) paseaba por la calle. No sé exactamente cuanto tiempo fue… 10, quizá 10 o 30 segundos… Pero entonces empezó a suceder: El haba negra se contrajo sobre sí misma, a la vez que crecía de tamaño… Desepués de contraerse, empezó a expandirse de nuevo, aunque ahora ya no tenía forma de haba, tenía forma más bien de boniato o de patata, de satánico tubérculo en definitiva… Así siguió creciendo, hasta que pude identificar algo parecido a una cola; la cola de satanas. El origen de la cola se mezcló entonces con las ramas secas, quese transformaron en un batiburrillo de ramajes que pronto se asemejaron al pelo de la bestia: Espeso, duro, marrón grisáceo… No hacía falta tener vista de lince para observar la bola de carne diabólica que se empezaba crear debajo de tan sacrílego pelaje. De repente, un extrañó sonido “emanó” de aquella masa inmunda: “Ahuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuú”… algo así fue…algo parecido a un gruñido de Louis Armstrong en plena actuación, pulmones calientes. Justo entonces empezó a sonar una música atronadora dentro de casa… una especie de ritmo que me invitaba a moverme frenéticamente, aunque el miedo me hubiera paralizado en un primer momento. Sí, de repente identifiqué la música que sonaba, era “My generation”, de “the who”. ¿De dónde salía la música, si en casa no había nada parecido a un reproductor de música?

Sunday, April 22, 2012

Fallida comunión

Ahora que escribo en la soledad de la noche, después de tanto tiempo, me pregunto qué es lo que me ha traído hasta aquí; hasta este punto tan lejano. Ahora que no hay nadie en este piso podrido, ahora que mis compañeros están lejos de aquí. Ahora que creía haber encontrado un espacio que todavía no había pisado, van y entran ellos. Sí, mis putos compañeros entran justo ahora. De putísima madre; a saber: Ellos con sus risas, Ellos con su permanente estado vital. Ello me confunde: ¿Es que sólo lloran cuando están dentro de sus camas? ¿No tienen la necesidad de que la soledad erice sus pieles? Ahora el clima se ha roto, la comunión que había logrado crear con mi alrededor se ha esfumad: La voz nasal de uno, Los pesados pasos del otro, Las atolondradas carcajadas del tercero. No merece la pena seguir escribiendo cuando lo que pretendo es dejarme llevar al escribir y resulta que no me acompañan los elementos. Adiós.

Thursday, April 19, 2012

Bastarda nostalgia

A veces confundo las caras de todas ellas; como las farolas que voy dejando atrás; como las farolas que iluminan mi camino en plna oscuridad. El olor a carburante, los collares del retrovisor; A veces, confundo las sensaciones que cada una de ellas, separadas, me ofrecían. A veces, cuando detengo mi carro, el pasado, que viene pegado a mi culo, choca por la inercia contra mí despiadadamente; entonces me pregunto si estoy haciendo bien continuando por la Main Road.

Si me preguntan si he querido a alguien alguna vez, opto por guardarme la verdadera historia; demasiado larga y complicada. ¿Cómo podría decir que soy un portero del amor? -Un guardameta del flujo de este- ¿Cómo puedo decir que mis reflejos empiezan a flaquear y que me cuesta más que antes retener las cantidades de concordia que antes apilaba? ¿Quién lo va a entender? ¿Quién va a entender que me encuentro bajando por una escalinata especial, hacia el salón de los mortales? ¿Quién va a creer la historia de un condenado a acabar del modo menos especial?

Las caras de todas ellas son una misma, las sensaciones no hablan de ninguna en concreto. Al final sólo acaban hablando de mí.

El paso queda libre, vuelvo a apretar el acelerador impregnado aún de la humedad de la ola del pasado. Aún dudando si he hecho bien. Aprieto a fondo el acelerador, bajo la ventanilla para sacudrime toda esa nostalgia tan desorientada. Porque no hay nada peor. No hay nada peor que la nostalgia desorientada, la nostalgia que busca un lugar en el que caer rendida, pero nunca lo encuentra; la nostalgia que te persigue como un chucho callejero, que sólo te reconoce a ti, a nadie ni nada más. La nostalgia que te obliga a llevar a dos pasos de distancia tu pasado por mucho que te quieras alejar de él. Un pasado que sólo habla de ti y no de ellas una a una.

Tuesday, April 17, 2012

Haba Negra y Ramas Secas parte 1

“No coloques nunca tus ramas secas sobre un haba negra”

Esa frase es la que más recuerdo de mi bisabuela…

Es que aquí, tenemos esa costumbre, la de recoger pequeñas ramas secas del bosque y atarlas con un hilo haciendo un pequeño manojo, para después colgarlo de las lámparas de nuestras salas. Da buena suerte; es de box populi.

Sin embargo, la historia no se queda ahí, y advierte de que si colocas las ramas secas sobre un HABA NEGRA, Belcebú aparece con una guitarra eléctrica al son de un ritmo frenético de rock’n roll y te lleva al infierno directamente y sin pagar peajes.

Yo quería verlo, así que conseguí una HABA NEGRA, una especie de legumbre prohibida por sus connotaciones heréticas en nuestra región. La tuve que ocultar durante todo el camino a casa, pues si la gente del pueblo la veía, me hubieran tachado de bruja y me hubieran cortado los pies. No hubiera sido la primera nena capaz de sostenerse sobre maltrechos muñones.

¿Que dónde conseguí mi HABA NEGRA? Sencillo, fui a visitar al viejo repudiado que vive en la cima de la montaña, aquél malogrado alquimista. Aquí la ciencia tiene un componente mágico importante, cosa que no sucede en vuestro mundo. Cuando irrumpí en casa del viejo, se encontraba como siempre estudiando las realidades através de las implosiones en varios tipos de blosones atómicos. Cinturones magnéticos hacían las veces de fundamentos de su casa y de puentes dimensionales: Todo en uno.

“hablas negras” le dije.

“Ramas secas?” me contestó

Asentí, sonrió, y enjutamente se dirigió hacia uno de los pequeños cajones de su escritorio. Poco después tenía en mi mano una HABA NEGRA.

Solo dios (y Belcebú), sabían lo que iba a pasar.

Tuesday, April 10, 2012

No sé si ante un cambio

Ahora estoy bastante hecho caldo… Estoy que ni me aguanto… vaya puente de semana santa… me he quedado harto de tanto vomitar; me duele el cuerpo, me cuesta tenerme en pie. Y lo único que quiero es que ahora que viene la noche de verdad y la espesa oscuridad… me mantenga más sano que nunca. Porque si no me van a encontrar tirado en cualquier cuneta.