Solo sucede que me queda un poco de noche antes de que el lunes empiece, y noto como paso el dedo sobre un rizado mechón de pelo. Noto que he llegado a su fin.
Después miro alrededor y no encuentro ninguna opción mejor que dar un paseo a solas. Pienso en las cosas que debo poner en pie. Me animo pronto, me siento fuerte rápido, me ilusiono con la misma avidez con la que después decaigo. Me desplomo exactamente con la misma contundecia con las que me ilusioné. Vuelvo a ser aquél que solo detecta problemas pero no da con una solución.
Me voy a cortar el pelo. Pronto seré un calvo más. Me he de preparar. He de mentalizarme. Pronto seré calvo. Mi cuello es delgado y largo, por ello, si no lo mantengo erguido y en línea con mis hombros, sólo voy a parecer un flamenco. maltrecho pelícano que atraviesa estos días, semanas, meses y años de crisis.
Paso por aquí como cualquier otra ave migratoria. ¿pero son los flamencos migratorios? qué sé yo. Se me da mal todo. Pero después sale el sol o hierve el día con fuerza. Entonces vuelvo a creer que puedo. Y si no hablo con nadie de ello -de que puedo- las cosas me salen con más facilidad.
Aún mucha gente no entiende porqué a veces soy feliz. No merece la pena explicarlo, porque es algo que no se puede comprender. Solo se comparte.
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