Marga paseaba tan ancha por el ancho paseo de una ciudad desconocida hasta que notas el roce de un balón de PVC. Uno de aquellos que no tienen un volumen mayor que tu puño cerrado. Ese PVC del de antes, exento de una regularización que ahora se aplica de una manera estricta.
Como si de ese modo fuéramos a salvar el mundo.
Los polos se siguen calentando y los adolescentes, muchos de ellos, cada vez se maleducan de un modo más salvaje. "Que si m voy a follar y le voy a meter todo por el culo a esa cerda", "que si te quedas aquí yo yo me hago hombre dando por detrás", "que sí me la van a chupar a muerte así que a ti solamente te han de da por el culo".
Hoy envié una canción que no tocaba a alguien que toqué y no debería. Hoy volví a cometer los mismos errores que me hacen sentir vivo precisamente por eso, por ser errores. Si fueran aciertos ya se habría marchitado la única parte de la que no me avergüenzo de toda mi existencia, tanto física como temporal.
Ese sordo con cara de líder; no sé qué me quiso exactamente decir su aparición. Quizá que el malvado no es tan malvado nunca. Que el habla lo puede todo. Puede ser.
No he aprendido las normas de ninguno de los juegos que hasta ahora me han propuesto. Nadie me puede multar si no pertenezco a ningún lugar. Tampoco nadie pensará en premiarme.
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