Thursday, June 19, 2008

Lodo

Es algo increíble. Uno de los episodios más intensos de mi vida. Rebasa lo inconcebible para un ser tan derrotista como yo. Es algo que ya daba por muerto, es una fotografía guardada debajo de cientos de documentos, de cientos de burocráticos documentos. Los que iban a conformar mi vida. Nunca me quise asomar a mirarla, nunca quise limpiar ese cajón en donde la guardaba alebosamente sepultada.

El destino, el destino nunca regala nada. Siempre he sabido que las cosas me las tengo que buscar. Por eso, hasta que no te vuelva a ver, no me lo creo.

Tú estuvistes a años luz de las demás. Desde el principio no fuiste humana ni alcanzable. Sólo eras un regalo fugaz, un pedazo de genialidad que acerté a rozar. Siempre fuiste eso para mí. Se puede decir... que supe no volverme loco de amor, supe no enfermar inutilmente, supe dibujarte y colocarte en la parte fantástica de mis reales acontecimientos. Se puede decir, que fuiste tan bella que mi cabeza se negó a aceptar que fueras parte de mis venideras referencias en el amor. Porque si te quedabas allí como un ejemplo de lo que puede significar estar enamorado, jamás hubiera levantado cabeza. Jamás hubiera llegado a ser persona.

Pasaste desde el primer momento como un trailer sobre mis entrañas, me venciste, me acariciaste con sorna, me enseñaste la puta suela de tus zapatos *****tus zapatos****, tus zapatos, que se quedaron enlodados como mi espalda y la tuya, como mis prendas de ropa, como tu Pall Mall...

Había logrado no obsesionarme por ti. Había pasado un año sin saber de ti. No aparecías ni por asomo. Había logrado guardarte de porvida como una novela que se cruzó en mi camino. una novela de la que formé, puntualmente, parte.

Pero saltas después de un año y me dices que te da la gana venir a verme. A verme porque tengo un puto apartamento en la playa. Y qué más me da: Te describí cada una de las patadas que me diste en el hígado, y dices, de repente, que miras vuelos para venir a verme. Tú sola.

Yo una vez también te prometí ir a París. Incluso compré el billete. Dijiste que tu casa era pequeña. Yo te dije que dormiría en el suelo. Tú me replicaste que quizá era mejor idea compartir la cama.

Y no fui. Tuve miedo de vivir y no fui.

¿Serás como yo?







No me cansaría de escribir nunca para y por ti.

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