Sunday, October 14, 2007

Esquela 99: Aquí y allí, igualito siempre

El diablo se me presentó en vez de morado, en platino fulgurante. Utilizaba tallas especiales, como las modelos de "miss talla grande". "Supersize", o algo así, también lo llaman.

Los pecados de los que me habló no son tan temibles a primera vista. Quizá por eso los cometemos. Me puso delante de las narices pasteles de fresa montados en nata, tocinillos asados con manzanas entre sus fauces, me puso alguna uva sospechosamente grande... y entre todo ello, filtrada por medio, una lágrima mía.

Me invitó a ir con él "ven", me decía, "ven", y me estendía los brazos, me invitaba a abrazarle.

Fui bienvenido.

Y al entrar en su reino, divisé cientos... miles, millones incluso, de concienzudas abejitas que con voluntad y paciencia, formaban lindísimos caminitos de miel. Una de ellas se me acercó, y yo dí un salto hacia a trás. me sorprendió su tamaño. Era casi tan grande como yo. "tranquilo, no pasa nada, te acostumbrarás".

Me miré el cuerpo. Era una de ellas. Una abeja en un panal infinito, concienzuda y voluntariosa. Sentí que también mi misión era construir enormes pasajes de meloso flujo a través de exagonales cápsulas estancas.

Las guitarras empezaron a estallar, impresionantemente acompasadas. Las notaba en mi alma como fuegos artificiales. Era igual, solo que sin olor a pólvora y sin color.

Nada me retuvo a la hora de tomar mi decisión. No estaba el hospital en donde conocí a aquella muchacha que formulaba sentimientos más que deseos. Tampoco nadie me alentaba ya a seguir entre los vivos. Nada me agarraba a la famosa luz. Una enfermera tiene ya su vida construida, y no me va a rescatar de mi coma, a no ser que me entregue su corazón íntegramente. Y eso no se lo iba a pedir. Primero, porque la respiranción asistida y los sedantes me lo impedían, y segundo, porque si realmente ella hubiera querido, me hubiera hablado cuando estabamos a solas de otra cosa que no fueran sus hijos o su marido. Me hubier a hablado de fantasías realizables sólo conmigo a su lado.

Su voz era una cuerda en movimineto pendular suspendida enmedio de la nada. Era lo único que me retenía entre estas dos tierras.

Pero al final me he rendido, y me he reunido con el diablo. Y desde aquí, me doy cuenta de que nada en el mundo de los vivos es para tanto, que nos tomábamos todo muy a pecho y que se desprecia el vino. Claro, ahora me vuelvo a sentir igual que cuando estaba vivo. Lo único que pasa es que en vez de trabajar, formar una familia y tener aspiraciones que solo sirven para que uno se engañe a sí mismo, ahora construyo panales junto a las demás abejitas.

No es tan diferente lo que hacía cuando estraba vivo de lo que hago ahora en el infierno de los muertos. Además, todos están aquí. Creo que no existe ningún dios. Solo este Satán de fulgurante platino.

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