Saturday, March 18, 2006

Esquela 8: Os quiero

Cuando empecé a tener conciencia, me di cuenta que os tenía cerca.
Mis amigos pueden con cualquier estúpido que se interponga en mi camino hacia el amor.

Sí, sí, yo andaba completamente dormido en el autobús. Ya sabes, como a mi me gusta. Claro, entiendo que si estoy allí completamente apalancado y de repente alguien necesita salir y resulta que no puede por que topa con mis largas piernas que se apoyan en el asiento frontal, se cabree. Sí eso está bien y lo entiendo; es lógico. Pero resulta que si quienes tropiezan conmigo son unos niñatos de mierda tocacojones con tintes fascistas en sus rostros y conversaciones, y a demás se mofan de mí por que se creen que nada escucho estando dormido, pues resulta que salto.

Y estabais allí, amigos. Amigos. Todos tenemos amigos.

Yo a los míos nunca les he regalado nada. y si alguna vez lo hiciera, no habría ningún pretexto aparente que justificara mi decisión. Son mis amigos. Están en todas partes y les quiero muchísimo.

A veces, tontamente, sin saber porqué, nos jugamos la vida. Si muero por un amigo, le quito el tontamente. Por que si alguien crece y para mí es alguien importante, el miedo en mi corazón se hace pequeño. Parece que desapararezca.

Eh, que os quiero un montón a pesar de todas mis tonterías.

Me voy a dormir, ahora que nadie me puede molestar.

2 comments:

P.I.P.O. said...

Yo no estuve. Komo suele ser habitual, los dias k falto me pierdo grandes acontecimientos. sin embargo mi espiritu siempre estará con vostros allá donde vayais. y lo sabeis. Si algún día tieneis un problema... solo teneis k llamarme, állí estaré en un momentillo, no teneis k preocuparos... y lo sabeis.

gallardón said...

Para entonces, ya iba cojo. No dejaba de ser débil, estéril, qué sé yo, mierda.

Es curioso, pero cuando más vulnerable eres, más fuerte te sientes a veces. Acompañado de Carla, que no se caracteriza por su fuerza, y de Tosc, que tampoco lo hace por su altura, plantamos cara a esa muchedumbre. Eso sí, teníamos la complicidad del bus entero, ya que el aire que soplaba allí dentro, iba en la misma dirección que nuestra intención, la de llegar a casa y dormir.

Ahora soy cojo de por vida. Los médicos me han dicho que nunca podré volver a caminar correctamente, y que siempre me acompañará una leve cojera. Una cojera que producirá risas entre, precisamente, aquellos con los que acabamos de luchar.

Por otra parte pipo, cada vez que dábamos un golpe, notábamos un fuerte empujón que nos hacía sentir más seguros. Quién sabe si ese empujón, era fruto de tu espíritu.