Tengo tres o cuatro contraseñas. Cada una para un nivel distinto de seriedad. Actualmente no soy demasiado serio. Me tomo a broma y prefiero no mirarme a los ojos. Puede que esto sea un error. Hay muchas cosas que tienen en mi vida un peso que no merecen. Hay mucha basura que he colocado en los huecos vacíos. Me asusta más la nada que la mierda.
Esta manera de actuar, esta premisa, es una forma permanente de engaño. Lo sé. Por eso te digo que me bromeo.
Es ya primero o segundo de enero. El mundo ha vuelto a contener la respiración por unos instantes y ahora suspira. ¿cuantos de los deseos que hemos pedido se van a cumplir? Solamente ella, la Tierra, lo sabe.
Me tomo a broma incluso mis problemas porque nunca me ha pasado ninguna gran tragedia. Esta relajación no puede ser buena. Este letargo que progresivamente se va adueñando de todo mi ser es horrible. Me anestesio paulatinamente, olvido los valores y el arrojo.
A veces uno, para cambiar, necesita que el mundo le envíe señales. A mí me da que todo gira de un modo demasiado vulgar a mi alrededor. Si cambio, a dónde voy? qué consigo? Antes, incluso, si cambio, hacia dónde cambio?
No sé. No sé si podré dar vida. Solo sé que me apago.
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