Sunday, January 24, 2010

Esquela 311: Un momento, Nuestro momento

En mis ensoñaciones más alejadas de toda racionalidad, aparece siempre el mar. Yo me sumerjo siempre en él, de una manera u otra.
Lo pienso y me basta. Es el elemento, el accidente más tranquilizador de todos. Mis memorias se llevan bien entre ellas, los compromisos desaparecen y deja de importar lo que nunca debería haber importado. Te desnuda el mar, y te coloca en un lugar vacío en donde solo eres, por fin, lo que queda de ti.

El mar tiene eso. Es la ventana; la salida, la escapatoria. Lo he conocido y por eso mismo lo sé. La muerte no me asusta al lado del mar. No la temo más de lo que debo. porque en el mar las cosas se pudren sanamente.

Quiero ir al mar otra vez. Voy a ir pronto. Es la mejor medicina. Voy a ir solo. Siempre que pienso en los largos paseos por la costa me invade una especie de felicidad extraña y muy intensa. Todo lo que debe permanecer anclado, se ancla allí. Es la base de mi entendimiento con el mundo. Siempre querré estar cerca del mar. Siempre le querré como confesor. Nunca estoy solo, el mar me da lo que necesito y el me escucha como yo quiero que me escuchen; sin decir nada, tomándome enserio ya la ligera a la vez.

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