Thursday, November 02, 2017

Un buen día para cagarse en todo

Se lamenta pasándose la mano por la barbilla. Entonces saca la lengua y se lame el puño entero. inclina el cuello salvajemente hacia un lado y hacia otro. Cierra los ojos. Los aprieta con fuerza. Ahora ya no solo lame su propio puño. lo muerde.

Se detiene (o lo intenta). Empieza a hablar:

"Puedo sentir cómo la 'capacidad de olvidar' como imposición, es potente. Puedo sentir cómo si me lo piden, puedo obstaculizar una sensación tan natural, y no por ello menos impresionante, como la de querer a alguien. Puedo sentir, al fin, como tanta gente ha sentido. PUEDO ENGAÑARME, y acabar creyéndome mi propia mentira. Lo siento.

No es algo, sin embargo, de lo que me pueda sentir orgulloso. Yo preferiría acordarme de tus manos --a menudo tan poco alabadas en mi imaginario por culpa de la cantidad de halagos que se llevan tus labios, tus ojos...--, y dejarme llevar por lo que el propio recuerdo suscita en mí. Me gustaría incluso basar mis actos ya sea en el presente y en el futuro, sólo en lo que emana de esa evocación, la de tus manos. Pero ser racionales, y  tener la capacidad de atender a las demandas de los demás, hace surgir en nosotros conflictos y dudas.

¿Es de eso de lo que se trataba, cuando me propusieron ser persona? Pues vaya...

Cuando me dices que la vida es complicada, me toca sobremanera los cojones. A mi me parece más complicado basar el consumo de un tiempo de oro en una fantasía. No es suficiente con eso."

Entre palabra y palabra, masca que te masca. A estas alturas, el puño es un muñón.

Y el río, el río de la existencia, sigue fluyendo.

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