En la
plaza. En la plaza se ha quedado germinando la idea.
A
veces, cuando te veo y te escucho hablar, me olvido incluso de lo que me estás explicando.
Me ha pasado varias veces. Me quedo mirando tus labios, tu nariz, tus ojos... y entonces me asalta ese horrible pensamiento:
“Es imposible
que hayas olvidado lo que los dos podíamos hacer”
Claro
que me pregunto qué sentido tiene todo esto. ¿Pero qué sentido tendría no
vivirlo?
Déjame ser un una suerte de preso condenado a la pena capital. Déjame disfrutar de los días antes de la muerte anunciada. Cualquier persona en mi lugar querría dar un paseo y disfrutar del sol y del aire fresco, no? De qué sirve quedarse hundido en la oscuridad cuando estás tan cerca de mi?
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Creo que
no es tan raro lo que digo. Si no te disfruto ahora, no te disfrutaré ya nunca.
Ya me enfrentaré después a todos los proyectos que se habrán quedado huérfanos de ti.
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