Enfrente del mar dije las cosas en voz baja para que solo se enterara el viento que éste traía. pronto se llevo mis palabras. No me preguntes dónde. Las olas se dedicaban a ondular y ondular es lo que hacían. Los porqués hacía tiempo que estaban medio enterrados en la arena. Primero fue el agua quien los arropó. Después vino la brisa: "que si los abraso o si los cubro de un manto de arena"... finalmente fue lo segundo. Qué fortuna.
Las explicaciones funcionaron porfin sin necesidad de darlas. Sin que hubiera nadie que las esperara. No hay nada mejor que rendir cuentas a una línea semicurvada que dibuja la última parte del mar a quemarropa sobre el nacimiento del cielo.
Todo rodó y las cosas por fin empezaron a ir bien.
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