Una sombra de un hombre grande. Una sombra encorbada. Está enmedio de la nada. En el centro de la oscuridad. Se proyecta en dos planos. La planta y el frontal de una pared.
Cuando escribo, me suelo sentir triste. Pero es una especie de tristeza enérgica y vital. Suelo haber vivido algo pocos días u horas antes. Son cosas buenas o malas, pero lo importante es que me desvían durante unos instantes del camino.
Miro la hora. Últimamente tengo demasiado tiempo por delante. Es como si todo el mundo lo supiera. Me parece bien que no me molesten.
Suplico por momentos así. pero cuando los tengo, amenudo un elemento externo los frustra. mi madre abre la puerta para decir que haga menos jaleo con la música. La magia se disipa como levanta el vuelo cualquier gorrión si se acerca un mocoso corriendo. Ya no volverá al mismo lugar hasta pasado un buen rato.
Si se me van estos instantes entonces estaré totalmente perdido, me buscaré novia y creeré en corbatas, trajes a medida y horas y horas en el ave.
Qué pesadez hoy. Todos los putos usuarios del ave igual; qué si "tengo una reunión", que si "la metodología que utilizamos no es la adecuada", que si "mira a ver si me pueden colocar un proyector en la sala para que no lo miren todos de mi ordenador"...
Quizá soy yo el ciego, y hay grises más bonitos que otros. Hay indiferencias más intensas que otras, hay castraciones de la inquietud más prometedoras que otras, hay maneras de chafar la cabeza más placenteras que otras, hay hipotecas con mejores condiciones que otras y en definitiva, hay caminos hacia un mismo destino con peajes más baratos que otros.
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