Monday, October 12, 2009

Esquela 280: de los 90 en la urba al hoy descarriado

Y ahí estaba, aprovechando los últimos rayos de sol antes de que la noche cayera fría. Seca,
vacía.

Los últimos lengüetazos del sol de octubre.

Los retuve en la parte derecha de mi rostro. Mi rostro cada vez más amarillo. De un color menos vital. Emano poca luz de por sí. Mi esperanza de vida se está viendo reducida. Ahora sí. Muchas paredes hechas de cerebros que solo sirven de eso, de pared. Cada uno de esos cerebros es como un ladrillo. Son cerebros que lo único que hacen es obstaculizarme el paso. Son los cerebros de mucha gente que tengo alrededor.

Deseé ser solo un saco de huesos envuelto en piel. Nada más. No tener que preocuparme por este pelo que se cae, por este cutis lleno de espinillas. Por esta barriga que cada día crece más, por esta espalda que a cada paso que doy me trata peor.

Es algo psicológico. Aunque creo que es cierto que la brisa marina ayuda objetivamente a mejorar no sé si el estado físico o psicológico de alguien. Sea como sea, cualquiera de los dos aspectos se acaban conectando, por lo que la playa es una garantía.

Hay revistas guarras escondidas...



Quise contar los lados de mi vida
Y con desidia no pasé de tres
Después salí de casa
empujado por la pena y cogí el tren
No olvidaré donde tomé asustado mi primer cubata
El viento pega fuerte en invierno
El mar ruge y en el cielo hay mil nubes
viéndome silvar
Tras el paseo hay un gran solar lleno de pinos
Mala hierba muy adecuada para esconder
Esas revistas que robé
Y que eran tan guarras

Noches ajadas, y cien mil piropos
Aguerridos para niñas con coletas
sin miedo a perder
Solo importaba ser el más hortera
el de más geta, si tú corres ellos vuelan
No vale el carnet

Allí la multa significaba fumarse un porro entero tras las barcas

Sacando cuentas desde aquí a la playa
Me revienta que esto empieza mejor que se acaba
Mejor tomarlo con humor, que si no recordar mata

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