Thursday, October 15, 2009

Esquela 281: Breve aproximación a los orígenes desde mi pene.

Encantado paseaba por la calle. Me sobrepasaban hombres con barriga y con tupé. Yo paseaba de puta madre, con mis penas y mis logros colgados tras la espalda. Trepaba por las farolas y saludaba al personal de atención al cliente de los bancos. Fíjate si andaba feliz.

Me preguntaban cómo me podía tomar de ese modo la vida. Yo, obviamente no supe qué contestar. Qué se supone que has de responder cuando lograste, por fin, olvidar el orígen de todos tus lamentos mediante un ejercicio exclusivamente racional? Si les dices que te has sentado en una silla imaginaria y que has duplicado tus propios ojos para colocarlos tras tu nuca, concretamente a la altura a la que un parapente arrastrado por una lancha que circula a toda velocidad se elevaría, te tomarán por majareta perdido. Per allí están tus ojos. Viéndote a ti, y todo lo que tú ves.

Justo como un videojuego.

Sí, justo así, "justo como en un videojuego", respondo. La gente me toma por loco. Y qué? Envidia tienen, no? Porqué se teme tanto a lo poco habitual? No estoy haciendo daño a nadie... Porqué ese temor, entonces? A todos, creo que a todos, en el fondo, nos gustaría ser capaces de cambiar como quien cambia de camisa. Pero no logramos hacerlo, mayoritariamente. Después vemos a esos locos que logran sentirse tan bien y parecen tener tan pocos problemas... vemos a esa gente que se pasea por ahí tan despreocupada y respetuosa simultáneamente, y solo deseamos que desaparezcan de la faz de la tierra. Solo porque tienen un don que el resto ya quisiéramos.

Todos tenemos miedo a esas personas extrañas que sonríen sin más por la calle. Y ese miedo es proporcional a lo que nos cuesta tolerar, y por ende cambiar.

Mira las derechas y sus moralidades. mira sus miedos. Mira con qué alegría prendida por el mayor de los pavores, sesgan vidas. Mira qué arte tienen para disfrazar toda su ira y envidia en una especie de sentido de de la patria, en una especie de orgullo pandillero, en una fiesta de violencia y al final, en una felicidad insana.

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