Viene el cielo llorando. Viene oscurenciendo más pronto. Vengo yo leyendo un libro de un autor que a través de sus palabras solo logra desarraigarme de la vida. Esto no va bien de cara a todas estas contractualidades que nos brinda nuestro sistema de vida. Nuestro encadenamiento social.
La lluvia desata, libera, en la tierra de cualquier zona poblada de vegetación enmedio de la ciudad, un olor dañino si eres una figura tan sensible. Un tipo de solemnidad se acerca con descaro. Se ha puesto sus mejores galas. Lo hace una vez al año. Cada uno de Octubre.
Yo hoy me he colocado aquí, seleccionando a mis damas de honor a pesar de ser hombre; mis mejores recuerdos. Está aquí el día en que jugué a futbol en aquél torneo en donde inauguré el marcador. Están los caminos de tierra del Corredor. Está la noche que me castigaron y me obligaron a dormir al lado de una chica un año mayor que yo. Laia. Está el viento que arreciaba sobre los valles de donegal mientras resistía con tres lobos más bajo la lona de una miserable tienda de campaña...Están estos y algunos más.
Esperábamos a Octubre en la ceremonia más imprescindible y olvidada; En el ritual del que nadie habla. Hay otras cosas más importantes que la melancolía y la nostalgia, verdad? Hay otras prioridades...
Pues a mi me la suda.
He venido hasta lo alto de esta colina para ver caer a Octubre desde el cielo. Para ver cómo me impregna de su agua, para ver cómo engorda las raíces que albergo dentro de mi. Algún día van a estallar.
Vengo de pensar, de pensar muchísimo. De emocionarme.
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