Tuesday, January 22, 2013

Tres capítulos

Algunas veces, tienes algo que entregar, tienes algo que entregarte a ti mismo; un sentimiento que notas al llegar; llama a tu puerta; las estrías, sientes as estrías como las líneas que separan la vida de lo que viene después; No la llamo por su nombre porque la tema; No la llamo por su nombre, sencillamente porque no creo en ella.


Son demasiadas cosas entregadas; Demasiadas emociones en la memoria; Son demasiados helicópteros y amaneceres; Son demasiados amigos; son demasiados abrazos, y también demasiado dolor.

Si no la llamo por su nombre, no es porque la tema; es porque no existe; Solo se trata de echar a volar; De una etapa más; Un paso natural. Los maletines de ejecutivo se quedarán por siempre mirando al mar e incluso ellos nos van a echar de menos. Ya no soy un niño; ya concibo detrás del miedo, concibo en un lugar abierto, rajado, concibo sin referencias; concibo detrás de la tierra; me alcanzo la espalda con mis propios brazos; Los helicópteros no alteran el curos de las cosas; sus motores martillean el firmamento; las baldosas, el mosaico; todo se va resquebrajando.



De nuevo en andorra; de nuevo de compras; de nuevo el olor a libros nuevos, Las videoconsolas más potentes del mercado. Esta vez no voy sólo, voy acompañado con la mujer de mi vida; esta vez noto el capitalismo atravesándome el corazón. Esta vez noto caer todo; que todo embellece; “Puedo desaparecer”, le digo a mi chica, “puedo desaparecer aquí y ahora, y pasar a formar parte de el espíritu de este centro comercial”. Afuera nieva; los niños crecen fuertes; hay una pizzería que quizás atine volver a pisar; y entre las montañas, corren caballos salvajes; corren por las colinas; Tu pelo, tu honestidad es lo que precisamente te hace peligrosa; Tu lejanía me ata más a ti, tus ganas de reír, de bailar; me hacen dependiente de las danzas marítimas; Busco en el mar un remedio para mi dolor. Traté de manejarte; tu tiraste tan fuerte de las riendas, que me sangran las manos; Sigues desde el otro extremo del mundo los acontecimientos; Yo yo sólo deseo un vehículo con reproductor de mp3; una plaza junto a ti; una carretera hacia andorra. Frotar mi cabeza contra el alquitrán como un tomate lo haría contra el pan. Morir mientras estás cerca. Por fin lo he dicho. Por fin hablo de la muerte aunque no crea en ella. ¿Quién puede llamar muerte a un instante tan fino que ni existe? Muerte es ignorancia. Es lo que sólo Vallirana sabe que hay por encima de nuestras cabezas.

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