Tuesday, May 26, 2009

Esquela 240: L

El fluorescente enganchado en el techo, la chimenea cilíndrica los días de fiesta en el pueblo. laura, única mujer de mi vida que a día de hoy no sé si he inventado o conocido. una chavalita risueña que me mostraba sus dientes blancos con la sencillez que hoy en día muchas anhelan. Se agachaba y me acercaba su nariz. Se recogía el pelo. Yo tenía entre uno y dos meses. Para mí ella sólo era una mancha más. Como lo eran las derruidas fachadas de los caserones de Malón.

Laura.

Ella y la música que las paredes de los bares del pueblo acolchaban. Después todo entraba en mi cabeza a lo tonto. Aún no sabía distinguir entre mis sentidos.

Después, ya con más de 20 años, vino Belfast. Allí la recordé de nuevo. Las calles dolidas a balazos. Las calles saltaban, la metralla se holía y el retoceso de las armas creaba unas corrientes extrañas en el lugar.

Después de aquello, la fuerza inspiratoria se ha perdido otra vez. Octubre, U2. Aún soy capaz de emocionarme escuchando aquellos acordes. Es como si engrasara mi corazón de nuevo. Como si embadurnara de aceite mi alma oxidada.

Se mueve suavemente hacia cualquier lugar. Rompe estadíos gracias a esa Canción, gracias a ese pueblo, gracias a Laura.

el vivo recuerdo de ella Se quedará aquí adentro para siempre.

¿Laura?

No sé quien es, pero sé qué es.

La retengo me sonríe desde los cielos y valles que he creado por culpa de su ausencia. esto que me rodea lo ha hecho ella.

Tanta tranquilidad en un solo momento y lugar. Una sonrisa sin pretensiones, un regocijo sordo en el sosiego de ella. Un topar su brazo con el mío, estirados los dos. Ambos caemos. ¿lo ves? caemos los dos en la arena. No sé; puedo mirar al cielo, puedo mirar tu cara. Puedo destrozar con os dientes algún grano de esta arena que se ha filtrado... se ha filtrado tampoco sé bien dónde.

Qué más da. Tenemos los elementos amenos de un palmo y el don de sentirlos medio fuera, medio dentro de nuestro cuerpo. Pasa, ven y pasa. Solo contingo podía suceder una cosa así. No nos preocupa el antes ni el después. Menos nos preocupa el ahora; nos hemos despegado del tiempo para ser solo la función. Nos hemos desapegado de todo. Nos volvemos lo que nos envuelve, nos perdemos, nos fundimos y nos desvanecemos. No hay importancia en el horizonte. No hay ni una sola explicación.

Nos hemos doblado; el uno en el otro.

He dado un salto hacia el lugar en el que tu hace no sé cuanto tiempo que andas. Me muero de ganas y de risa. Me muero de alegría, me muero de seguir el viento girando por todos los huecos del cuerpo que teníamos.

Tu secreto está muy bien guardado dentro de mis pormenores. Estás metida ahí; eres algo que no pesa nada pero que importa tanto que se te confunde con el cielo. Eres eso. Los lagos siguen ahí; también las cosas que hemos vivido como mortales, pero que ahora recordamos desde otra postura. Son retales de la etapa en que FUIMOS enclaustrados en el tiempo.

Y cuando todo muere, hay una guitarra que suena y un montón de aire que traslada.

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