Ves al perro apaleado, que recibe golpes a un lado de su cabidad torácica. Se contrae.
A veces tú te sientes igual. A falta de patadas el el estómago, recibes golpes psicológicos difíciles encajar.
Una tía con la que pasan según que cosas, se ofrece a otro tío.
A qué coño esta jugando.
Donde están los límites de las vidas?
¿Dónde deja de jugar uno con uno mismo, para empezar a mancillar el juego del otro?
Cómo se juega a ser oficialmente bondadoso? Cómo se juega a aprender a perdonar? Cómo se juega a susurrar a la oreja que no guardas rencor.
Cómo se aprende a ofrecer cuando te han robado tus mejores intenciones?
Y después de todo, me sigo riendo;
No me había encontrado con una mierda así.
Y me reiría de todo, si no es porque llevo muchos golpes horribles seguidos, disfrazados de muchas formas. Pero demasiado seguidos.
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