Thursday, May 15, 2008

Esquela 167: juegos y errores para mí

A veces se comenten errores. Llega un punto en que las prioridades que creías que iban a estar ahí siempre, empiezan a perder sentido. Y es entonces, cuando descartas todas las prioridades y en tu vida encuentras solo cosas secundarias, que te pones a observar. Te pones a disfrutar del espectáculo, y todo te la empieza a soplar de manera elegante. Llegas al límite de verte a ti mismo desenvolviéndote, de notar como pisas la vida apocadamente.

Sí, veo cómo aparca el gran camión. Noto la humedad en el aire, siento la mañana alicaída y gris, y no me preocupa desaparecer, porque quizá nunca he aparecido en realidad.

Cometes errores, y aprendes a convivir con ellos. Eso es lo que más me atemoriza. Cometes errores que cada vez crees menos importantes. Pero el temor mismo, pasa a ser la mejor cualidad de la vida que atraviesas. Lo haces mal, pero cuando no te importa hacerlo mal, es cuando te sientes en armonía con lo que te rodea. Porque no es hacerlo bien ni mal, es hacerlo la primera vez.

Tengo, esta vez por fin, la conciencia de mi lado.

Cometer errores y convivir con ellos es progresar.

¿Qué es esto, que el sexo ya me satura en según qué momentos? Quién iba a decir que llegaría hasta aquí, y aquí estoy, abrazando durante noches enteras a personas que no conozco. Jugando a interpretar el papel más sagrado, apostando gratuitamente caricias, sorteando lengüetazos y construyendo carriles imaginarios sobre cuerpos que nunca habrán sido más que lo que es para un boxeador un saco de boxeo.

¿a qué se aspira cuando lo haces todo para querer, planteas bien el problema, y la solución no es la esperada?

Sientes entonces, que el viento pegándote en la cara es la única sensación auténtica con la que puedes contar. Que todo lo demás no es consistente. Y ya te da igual incluso no compartir nada con nadie nunca. Y no estás triste, pero sí decepcionado.

Aprendes a convivir con tus errores y darles su valor justo. Nunca has querido dañar a nadie, nunca has querido hacer mal alebosamente, lo único que ha pasado es que has tratado de escupir tu amor, pero no ha salido nada. Nunca ha salido nada. Y te empiezas a saber el guión de memoria, un guión plagado de errores.

Al final, amar se convierte en un juego, o, mejor dicho, jugar con los demás se convierte en la manera que tienes de amarte.

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