Saturday, November 10, 2007

Sábado

Los domingos se ciernen encima de todo dios. Descubren los miedos de cada uno. Salvajemente, echan a un lado la sábana que confortablemente nos recubre, para encontrarnos debajo, agazapados y aturdidos.

Ayer me alegré por no tener tiempo de enamorarme de ti. Ya sabes, tengo tantas cosas en la cabeza que no puedo pararme a darme cuenta de el fracaso que representa tu pérdida.

Quizá, si hubiéramos vivido en algún país en donde las cosas no fueran tan rápido, hubiera languidecido queriendo querer olvidarte.

Por suerte, estamos aquí, envueltos en esta dinámica en que no hay tiempo para asimilar derrotas. Tampoco hay tiempo para las victorias.

Hoy es domingo, y es el único momento que tengo para pensar en tu cara prodigiosa rodeada de mantas, o tu cuerpo suave colocado sobre la cama. ¿Quién lo puso ahí? Durante el tiempo que estoy a tu lado, parece que nada haya sido casual.

Y cuando miremos atrás, como estoy seguro de que vamos a hacer, quiero que aparezcan las luces de la ciudad de Tokio, y que nos cansemos solo de observar.

¿Qué porqué?
No tengo nada contra ti. Hemos decidido chocar como bolas de billar. Será difícil que nos volvamos a reencontrar. Y es un poco jodido. Ya sé que lo acordamos de antemano. Pero no calculé aquella fuga de amor que apareció en mi coraza mientras chocaba y chocaba, y volvía a chocar contra ti.

La estética Manga, los stands de academias de cómics, y el edificio de la Farga en un atardecer otoñal... La combinación tiene mucho peso en mi corazón. No sé si lo podré llevar solo.

No comments: