Saturday, November 17, 2007

Esquela 115: Sopresas de la vejez

Tenía muchas cosas que reunir, ya sabes todo el papeleo que conlleva un cambio domiciliario. Tuve que recoger varios documentos que se escondían en cajones que hacía años que no abría. Di con los formularios de matriculación de nuestros hijos, di con algunas fotos que tomamos para el tercer aniversario de Pedro. Di con su álbum de 2do de primaria.

¿Cuántos años debía tener para entonces? no más de ocho.

Después, mientras seguía hurgando, empezó a llover. Eran las ocho de la tarde, y tú debías estar al caer.

Tenía miedo de que me vieras llorar. últimamente en el trabajo no me van muy bien las cosas, y no sé bien porqué, no encuentro las fuerzas para tratar de superar este mal momento. Ya sé que pronto lo dejaré... pero... Veo a nuestros hijos y pienso que ellos tienen muchas cosas que hacer, muchas ilusiones que culminar en caso de que su estado anímico flaquee alguna vez. Son jóvenes.

Yo, sin embargo, a mis cincuenta y pico, solo pienso en alcanzar de un modo digno el día que me jubile. Y para ello es necesario que cotice durante unos años más. Pedro me ha dicho que pinte, que baile, o que levante un restaurante. Pedro me ha dicho que en la ciudad, no voy a encontrar un trabajo como el que tuve hace años. Era demasiado feliz, y todo estaba demasiado bien, me ha dicho. Ahora, dice, todos los trabajos que tengo es normal que me parezcan duros.

Es curioso que a mi edad me entre vértigo, me entre miedo y sienta esta excitación extraña. Me has convencido para que lo deje todo y me vaya contigo al pueblo de tus padres. Estoy aterrada. Hemos discutido mucho, pero es cierto que aquí llevo mucho tiempo aburrida, y que quizá, el miedo a la novedad que supone el empezar en otro lugar, es el único motivo que me retiene aquí.

Son sólo unas horas en coche. A Pedro y a Toni espero tenerlos cerca. Espero que no se olviden de mí y que vengan a verme. Al fin y al cabo, son mis hijos, son mis piezas. Debería confiar en ellos.

Los árboles, el campo, las liebres... de verdad serán la medicina que necesito? No tengo ni idea. Me llevaré libros y enseres de ciudad. Acondicionaré la casa adheriendo la última tecnología. Me comparé un caballete y óleos, un lienzo y un piano, abriré un pequeño colmado, cada mañana subiré haciendo footing hasta el castillo, y encontraré alguna vecina de buen corazón, a pesar de su más que probable talante fascista.

No quiero más sobresaltos. Envejeceré sosegadamente, aunque ahora mismo eso me parezca imposible lejos de la capital. Iré contando el cabello que se me cae, iré viendo fotografías y regando los geranios, barriendo las hojas de la calle, contando los copos de nieve, leyendo las cartas de amor que me enviabas con 20 años, una a una, para ir encajonandolas en mi corazón. Uno a uno, los días se irán a la cama conmigo, uno a uno, iré robándote momentos en que estemos juntos, una a una, escucharé las palabras que aún te quedan por decirme, uno por uno, sentiré los besos que te quedan por regalarme dulcemente, una a una, te pediré que vuelvas a hacer todas las tonterías que recuerdo de ti, una a una, una a una...


******


Una a una, una a una... iré agarrando las últimas monedas que me quedan en el bolsillo, las apilaré y recontaré en la palma de mi mano, y ojalá me quede para la cocacola y el último paquete de tabaco de la máquina. Y que sean los últimos artículos de cada una de sus máquinas, por favor, Así me sentiré más especial. Después me preguntaré porqué la gente dice amar la poesía más que nada en el mundo, y después se asusta si se le acerca alguien extraño y sin malas intenciones por la calle.

Yo, como mi madre, solo quiero aire fresco y alguien que me quiera. Todas las cosas las cosas malas que haya dicho, son en realidad mis deseos más fervientes de que todo te vaya bien. Sabes que volvería a nacer si pudiera y tú me lo pidieras.

Te vas a una casa de pueblo, justo el día en que te das cuenta de que ya no tiene importancia tu día de mañana. Has de aprender a valorar los recuerdos y lo que te ocurre en el momento en que vives, has de averiguar como dejar de lado las ilusiones que yo, por ejemplo sigo teniendo, y que para mi ahora son tan necesarias. Yo también me tendré que deshacer de ellas algún día si no quiero que mi cabeza se muera de desidia antes de que lo haga mi cuerpo.

Seguiré tus pasos, y acabaré haciendo lo mismo que tú, madre. Todos acabaremos haciendo lo mismo al final, porque todos tenemos en común el hecho de que en algún momento dejaremos de existir.

De momento, este sábado voy a la discoteca a mover el esqueleto.

No comments: