Wednesday, November 21, 2007

Esquela 117: Esto no es una novela

¿Te acuerdas? La procesión nos pilló enmedio; Tú en una acera, yo en otra, y todo el séquito marchando entre los dos. Algunos borrachos suelen aprovechar ese tipo de días para despotricar contra el aire, para lanzar sus botellas contra el vacío, y para exigir explicaciones a la nada.

Yo esperaba que cuando pasara todo aquél gentío, tú continuaras allí, esperándome aún. Confié en que aguardases. Mientras las piras de fuego se comían la oscuridad del firmamento, yo miraba las ventanas de los vecinos. Todas abiertas a pesar del viento y el chispeo. Alguna familia asomada; algunos críos en los brazos de sus madres señalando los pasos.

Y yo allí, tranquila y plácidamente, haciendo tiempo mientras el tráfico se desvanecía progresivamente hasta permitir que pudiera ver la otra acera de nuevo.

Tú ya no estabas.

Siempre he pecado de lo mismo. "Que el sea mi sino quien se escriba a sí mismo, en vez de ser yo quien lo haga". Siempre me he dicho lo mismo: "que las cosas vengan, que no sea yo el que vaya". Siempre delegando en el destino. Hasta ahora, creía que aquella manera de entender las cosas me había servido para ser feliz. Ahora me doy cuenta de que aquella felicidad en realidad sos eran pequeñas victorias que llevaban hasta la derrota final.

No quiero ser tan dramático. Los trenes, algunos, vuelven a pasar. Quizá tú no andes en el próximo. Sea como sea, esta vez no seré yo quien se siente en el banco del andén hasta que el traqueteo del convoy me saque de mi (hasta ahora) atontamiento.

Me he mirado al espejo y me he dado cuenta de que ya soy un viejo más. Para lo malo, y también para lo bueno. En esta ocasión no voy a coger el tren, voy a ir a pié, y si en el camino me encuentro algún acompañante ocasional, le invitaré a un cigarrillo y a un trago. Si hay suerte, habrá buena conversación, y si me conviene, incluso le alargaré mi mano para postrarla en su hombro.

No voy a esperar a ser YO para "alguien". Esta vez "alguien" será para mí.


Y con ello, la procesión ha ido pasando, la banda detrás, y la gente del pueblo ha cerrado el grupo. Ahora solo estamos las fachadas, las ventanas con sus portones chocando contra el yeso de la pared, y el viento riéndose de todos. Quizá son los borrachos los únicos que se dan cuenta.

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