Paranteseandome entre trabajo y trabajo, Extraña
clemencia es la que me profeso; no obstante, todo tiene una explicación;
consecución del pertinente estado en que actualmente me encuentro;
sofisticación recorriéndome todas las venas; extraña clemencia la que siento
hacia mí. No es que lo haya hecho mal. Es sólo mala la suerte que me rodea; No
pasa nada, porque voy a tener un parqué gris, gélido de sofisticado, a juego
con mis venas, a juego con mi emoción.
Ahora puedo, podría ser político actual, no político por
vocación; ahora me importarían un comino las vidas alas que me encomendé cuando era joven.
Necesito que funcione mi aparato reproductor, sea el genital o el electrónico. Y
esa es mi prioridad por encima de las familias que lloran y que necesitan un
techo que no se derrumbe en las próximas 24 horas.
No venía yo con la idea de defraudar, pero acabé
defraudando a los ciudadanos y también a hacienda. Esto es lo que se llama ser
políticamente correcto, si eres un político de hoy; frío me siento y capaz de
profesar amor soy, pero sólo hacia mí y los míos; he ido construyendo un muro
alto que al principio no quería levantar, pero que por miedo acabé alzando, y
ahora ha sucedido aquello que temía que sucediera, pero que al la vez sabría
que a medida que iba a ir sucediendo me iba a ir gustando; como la adicción más
enfermiza.
Supe que me iba a convertir en algo horrible. Pero supe
que llegar a ser ese algo horrible también significaba no tener reparos ni
remordimientos, por eso me acabe dejando desde el principio. Dejé que se me
metiera el alma mala por el esfínter aunque sangrara al inicio. Mi culo malo y
testarudo sangraba, pero lo fui callando a base de dolores regulares. Ahora soy
inmune a todo lo que no me afecte directamente.
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