Unos buenos sintetizadores te pueden hacer retroceder en el tiempo… pero sólo si son extraordinarios, durante el viaje te presentarán varias sensaciones de antaño en su estado puro, para que las vuelvas a sentir.
Esto es lo que me pasa ahora mismo; Veo terrazas en la noche; veo plantas silvestres en la terraza... es como si ese emplazamiento no hubiera sido edificado por la mano del hombre, sino por la caprichosa naturaleza; Veo los capullos peludos de exóticas plantas mientras naves voladoras surcan las plantas inferiores del bloque en la gran urbe; Veo cosas que nunca cambian, como el arreglarse los gemelos o el cuello de la camisa antes de salir a cenar; Veo focos enormes, neón descarriado, y lo peor de todo: veo oportunidades perdidas.
Veo a Marga; A Jordi, veo las grandes empresas de toda la vida, como IBM, hundirse como grandes carabelas en el mar de la cosmópoli que es la niebla de azufre; las veo naufragar en el océano humano, formado por intereses oscuros, mórbido canibalismo, por millones de cabezas, gusanos que anuncian la fase final de una enfermedad terminal que empezó cuando el primero de los nuestros pisó este paciente moribundo que hoy es la tierra.
Somos esos, esos gusanos. Lo sabemos, y aún así seguimos nuestro camino hacia la perdición, porque en lo más profundo de nuestro corazón podrido, sabemos que no hay espacio para nuestra salvación, ni aquí ni en ninguna otra vida, así que nos conformamos con llevarnos al infierno algo que no tenga nada que ver con nosotros, como es este planeta en donde vivimos.
Gusanos siempre, gusanos condenados a ver nuestra naturaleza triste desde fuera, gusanos condenados a protagonizar y a admirar a la vez nuestra propia condena.
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