Podría ser el mejor de los Costeau; alcanzar profundidades sólo al alcance de los pulmones más resistentes; podría pasarme la vida allí, costeando las mil orillas soleadas o enfadadas; muy cabreadas. De desafiantes oleajes; podría encontrar miles de detalles que me hicieran seguir escribiendo con el ansia de la primera vez; Cada nuevo coral, o mejor aún cada nuevo color de cada coral, es una bonita historia en realidad.
Podría pasarme el flujo entero de mi existencia escupiendo esos relatos; ser un simple transformador; una veleta; Cambiante, eternamente cambiante; donde ayer hizo un viento fuerte, hoy puede que reine el sol y el anticiclón; puede que el rocío de antaño hoy sea calor abrasador.
Podría pasarme la vida así; siendo un transformador. Sin hijos a la vista; que hoy los traen a pares; como si se tratara de un juego de estrategia donde elijes de antemano como vas a distribuir los vástagos en el espacio-tiempo; estudias las mejores coyunturas económicas mientras te olvidas de vivir y de rendir tributo a la vida misma, que no es otra cosa que una madeja de azarosas posibilidades.
Puedes tener una especie de metas; u otras. Es muy sencillo: Puedes avanzar por los caminos a través de los cuales otros ya caminaron. Puede significar para ti EVOLUCIÓN el hecho de formar una familia rodeado de las mejores circunstancias, habiéndolo calculado prácticamente todo. Puedes sentirte bien contigo mismo sólo por crear lo que te dicen que debes crear. Puedes lograr llenar tu corazón de gratitud con ese tipo de objetivos.
Desgraciados los que tienen suficiente con eso; con esa especie de mierda que ya de entrada se revela como una mera contradicción; a saber: ¿Cómo puedes sentirte orgulloso y pleno por algo que no depende exclusivamente de ti, algo tan esencial como dar vida? ¿Cómo puedes sentirte orgulloso y pleno de algo que ya estaba escrito que ibas a intentar, algo que se sabía antes de que nacieras, algo que debería ser lo mínimo?
¿Porqué para tantos esto significa “avanzar”?
Eso, para mí, se juega en otro tipo de liga; En la que yo quiero creer que me encuentro es en aquella competición en la que debes intentar romper muros, abrir nuevas vías y perspectivas constantemente enfrentadas con lo previsiblemente establecido. Creo en los caminos que empiezan en uno, salen afuera para estallar, y regresan para implosionar de nuevo en el corazón propio. Hablo de retos que hacen que permanezcas siempre despierto, en una especie de estado de emergencia; un invariable “cuestionar”, un “rendirte cuentas” permanente, una última vuelta sobre la percepción y lo preconcebido. Creo en ese tipo de cosas, y esas cosas son las que de verdad me hacen avanzar.
Y que conste, que también quiero tener hijos. Debe ser algo precioso.
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