Esquela 162: La abuela europeísta

Deseé ser la abuela viajera durante algún tiempo. Unos trozos de tiempo que se fueron esparciendo por diferentes etapas de mi vida. No se trataba de un tiempo que iba yendo y viniendo de una pieza. Eran, en realidad, motitas temporales.

la cuestión es que deseé ser abuela, y viajar a california, aún sabiendo que más de una evangelista de doble moral se iba a escandalizar por verme "encuerada".

"Encuerada"? diría, yo, en perfecto inglés americano. "Tú no has estado en Europa, eh, nena?, yo llevo un bikini de esos de dos piezas. Cierto que se me notan las lorzas correosas y caídas, pero qué más da, qué más da...".

Qué más da es la filosofía del buen pensador. Es la filosofía del solitario, del independiente y resuelto, de la francesa burguesa acaudalada y sutilmente presumida. Oh, amo esa manera de razonar tan viril a pesar de femenina, tan trágica a la par que real, tan dura y tan sincera...

¿Es verdad, Alicia, que eras como yo te vi? ¿Eras ya, así de fuerte a pesar de tus 17 años? Oh, la deberíais haber visto, una mujer de 6 velocidades, un crucero que me reventó la concepción. Un velero de velas más que amplias, abiertas a más no poder, que se dedicó a demostrarme que el drama existe, que efectivamente existe lo que nunca quieres que exista, porque temes no encontrarlo nunca.

La condena de ver algo que no puedes manipular, algo que está por encima tuyo. Existe el pensamiento europeísta. Yo quiero una mujer europeísta que con 70 años tenga carácter y se la sude todo. Quiero una Marisol de 22 años. Una trayectoria clásicamente progresista, un cliché amado por los soñadores y que parece que sí que se encuentra en el planeta.

Quiero un último suspiro romántico... Se acabó aquello de hablar de ideas, se acabó aquello de pasarse la vida pensando. Hoy solo deseo ser la abuela viajera, el máximo exponente de independencia, la máxima conciencia de individualidad,

Y esque puestos a encontrar tristeza en la vida, que por cojones has de dar con ella, quiero que con la que tope sea con la de la abuela viajera, aquella tristeza SANA que se mueve contigo y te hace sentir partícipe del mundo que has colocado a tu alrededor.