Monday, March 26, 2007

Esquela 60: Décimo aniversario

Hay cosas mejores que los super poderes. Son cosas un poco sencillas, como prestar atención y otros temas similares.

Cierta nostalgia se hace conmigo, como viene siendo habitual; Imagino recogerla y embriagarme de ligeras emociones y anécdotas.

Sentir el silencio está al alcance de pocos edificios. Ver ciervos al amanecer desde la ventana de la cocina, mientras un manto de hierba verde cubre la faz de la tierra, suavizándola y dándole olor... es algo demencial. Lo más increíble es que estas estampas no producen resaca.

Sabemos, ante todo, que no podemos empezar por lo inalcanzable; por eso criaremos a nuestros niños cerca del colegio al que tengan que ir. Pero gozarán de algunos privilegios infravalorados por la gran mayoría, precisamente por ser gratuitos: Conocer las ardillas y las pequeñas ranas que se cuelen en neustro sótano, acompañarnos a desmenuzar la leña, y confesarse al silencio.

Claro que como cualquier otra pareja, tendremos miedo de verlos emerger... cualquier pequeño contratiempo puede provocar que se desvíen del rumbo que nosotros hubiéramos querido que ellos hubieran seguido. Pero nunca les vamos a parar los pies si ellos deciden con la cabeza y el corazón. Nuestra felicidad se solapa con la suya. Y si ellos gritan de felicidad allí donde estén, solo esperaremos que nos recuerden y nos envíen caricias.

Sólo han pasado dos días juntos. Se separaron y ella siguió estudiando paisajística. Él se aferró a lo que ella le inspira y le sigue inspirando para continuar confiando en el futuro. Ya dice sin tapujos que sea ella quien comparta lo que les queda con él. La va vistiendo de deseos íntimos desde el ultramar, como si la preparara para la mejor función que está escribiendo.

Sabe que nada de esto va a ser verdad... que los sueños están para ser soñados, y que la vida está para ser vivida; también el sol que pega en la piel y la calienta está lejos y es inalcanzable, pero es por él que ve la matrícula, ve el número y todas esas cosas.

Ayer me preguntó Patricia porqué lo escribía. Porqué desnudaba nuestras tonterías. Hubo muchas risas. Gente aplaudió: ella estaba un poco desorientada y yo no supe que decir. No pensaba que ella lo fuera a notar nunca. No pensaba que se cerciorara de que estoy escribiendo acerca de nuestra vida y que ella solo existe porque antes la he pensado.

Y como en aquellas películas en que las máquinas acaban sometiendo a los hombres, quien a mi me somete es mi cabeza tonta, con su ejercito de fantasías, que ha conseguido hacerse con la totalidad de mis realidades. Ahora es mi imaginación quien me lleva por la vida. Sé que no puede ser bueno.

No encuentro el cargador de mi Nokia, sin él jamás podré encender mi móvil, y no podré mirar su dirección de correo que peleándome con las teclas apunté. No podré escribirle y pedirle que me devuelva el cargador. Y es que el dichoso cargador me lo dejé precisamente en su casa, allí, a 2000 km de la mía. Es un círculo cerrado y perfecto, ¿no crees?

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