Sunday, March 11, 2007

Esquela 56: Hueco

Siempre mira la fotografía que le queda de ella: Montada en el caballo más bonito del Tiovivo. Parada, pero dando vueltas. Sus cabellos negros ahora permanecen estáticos pero entonces ondeaban brillantes al viento. Su risa ahora es eterna. El buen día de allí se viene para aquí, a través de la fotografía.

Había muerto ya, de repente. Y esa era la respuesta de él. Luchaba contra la soledad aferrándose a esa fotografía. Se pasaba los días riendo. La vida era ya lo que menos le importaba. Lo que más necesitaba ya no estaba, así que se pasaba el día riendo. Riendo por cada tontería. Enseñando sus dientes al sin sentido.

Es era la manera de luchar contra la soledad. Lo que más necesitaba ya no estaba. Lo que menos le convenía no lo necesitaba. Llenaba su corazón de su cabello. Lo enmarañaba hasta asfixiarlo. Así luchaba, convirtiéndose en un papel mojado que arrastra el riachuelo que se ha formado bajo el bordillo de tu calle de tu ciudad, una tarde de chaparrón.

Así es como se lucha contra la soledad.

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