Sunday, March 18, 2007

Esquela 58: Tú, siempre tú

¿Se vale decir que me arrepiento?

¿Puedo, con ello, encontrar la tranquilidad y superar esta angustia?

¿Se puede uno sentir liberado al admitir sus errores?

Yo creo que nunca es suficiente.

Cada momento sublime y solitario que me embarga parece casi tener un fin. El fin de recordarme que una vez lo tuve todo: Un billete, alguien a quien visitar, seducir, alguien a quien seguir, alguien con quien arriesgarme.

Los días pasan y tú no apareces ya. Te has esfumado. Y yo sencillamente no tengo nada mejor que hacer que recordarte a cada instante, a cada momento sublime y solitario que me embarga. Mi garganta no descarta hacerse un nudo a sí misma algún día de estos. Tampoco mis ojos han renunciado a soltar un montón de lágrimas por ti. Mi fe, sin embargo, sí que ha perdido el norte, y mis manos parecen más bien chuchos hambrientos que esperan enfermos frente a la puerta trasera del restaurante para que les echen las sobras del día.

Ahora que no tengo nada, tus picos me parecen mucho más altos. Me desprendo de lo que me queda, que no son más que resquicios de historias contadas por contar con todas las demás, para reconocer que tú eres la única novela que nunca me atreví a escribir. La impensable y la que me dibujaba a mí.

Los días pasan y no sé nada de ti. Y a veces te parece que la vida, más allá de no tener sentido, te trata mal.

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