Monday, March 31, 2014

Guerra de estilos


Hay una línea muy delgada entre lo que es y lo que debería ser. Una línea tan fina que muchas veces las cosas que deberían ser, se disfrazando de cosas que son y viceversa, campando ellas anárquicamente entre los dos territorios.

Las cosas que deberían ser, suelen despertar la envidia de las cosas que son. Las cosas que son incluso consideran una raza superior a las cosas que deberían ser. No las soportan, pero son ellas mismas las que las elevan. Las cosas que deberían ser no acaban de entender el odio que suscitan entre las cosas que son. Ellas están ahí, sosegadas, respetan a las cosas que son, y sencillamente permanecen muy tranquilas, muy naturales. Porque las cosas que deberían ser, digamos que fluyen. En el mundo de la imaginación, pero fluyen.

Cosas que pasan. Las cosas que deberían ser  a veces se cuelan entre las cosas que son, generando un estado de felicidad en la masa social. Se considera entonces que la ficción supera la realidad y se confía de repente en la condición humana. A menudo, sin embargo cuando una cosa que debería ser se cuela en el mundo de las cosas que son, las cosas que son tratan de ahogarla porque no soportan su belleza, supongo. Las cosas que son, son de esas cosas que piensan así como “si no eres mía, no eres de nadie”. Mal negocio para las cosas que deberían ser.

O las ahogan o, sin ellas saberlo, se convierten en mercancía, en bandera de unos pocos que son, se tornan en un “por interés te quiero Andrés”. Se desvirtúan así. Pierden su esencia progresivamente y sin caer en la cuenta. Porque las cosas que son, son listas a pesar de salvajes.


Hay que matar uno a uno a todos los corruptos del país. La clase política inmisericorde debe pagar muy duro. Hay que hacer que escarmienten. Inexorablemente nos dirigimos hacia el dolor. Nadie lo está sabiendo parar. No hay que ser un lince para darse cuenta. Todos pensamos en el fondo “a mí ya no creo que me pille, porque ya estaré más muerto que vivo. Pero muerto estás ya, gilipollas. Muerto en vida. Y postergar es lo único que se nos da bien. A la mierda con todo.

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