Woooow, dícese; dícese
woow; colóqueme, dios colóqueme sin yo hacer un solo esfuerzo más, en la
posición fetal perfecta, para el trayecto más corto que hay hacia la
profundidad marina.
Estaré hasta arriba
de maría, encomendándome a las estrellas, y frontando mi nuca contra su
superficie el busca de una unión imposible.
Todo será poco hasta que regrese. Y cuando regrese, todo será aún menos. Y en ese afán por recolectar todo lo que abarquen mis brazos, en esos momentos mayores que la distancia que sólo se puede medir con la luz, ni la muerte me va a preocupar.
Todo será poco hasta que regrese. Y cuando regrese, todo será aún menos. Y en ese afán por recolectar todo lo que abarquen mis brazos, en esos momentos mayores que la distancia que sólo se puede medir con la luz, ni la muerte me va a preocupar.
Todos buscamos algo. Todos
buscamos el cometido. Nuestro cometido.
Es entonces cuando
adornamos el árbol y olemos la llegada de la navidad. Encajamos en el marco
social a pesar de nuestras ganas de huir de los tópicos. Nos dejamos llevar por
las cosas de hoy y de siempre. Llegamos a la copa, colocamos la estrella,
encontramos pareja; imaginamos que nieva, abrimos regalos mientras la comedia
se sucede en el televisor.
Hay un momento en que
no deseas nada y lo tienes todo. Ese momento, en el mejor de los casos dura 7
segundos.
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