Friday, March 15, 2013

Una fiesta horrible


Qué es lo que ella puede querer, detrás de esa mirada oscura; qué se esconde detrás del trajín de los ochenta; las mismas vergüenzas que hoy, al fin y al cabo. Los 80 son los puntos por mi piel, el temor a la muerte; lo bella que puede ser cualquier cosa en cualquier momento; los dos extremos: uno en que todo sucede, otro en que todo se tramita. Cuál tiene la razón? Supongo que el segundo; pero el segundo necesita del primero, y el primero, sin embargo, puede existir sin el segundo.
Secuencia contra percepción. Hecho contra asimilación, suceso contra percepción, consecuencia contra digestión.
Estoy aquí entre gordos sebosos amantes de las apuestas deportivas. Me dejo llevar por este gentío salvaje, por este hedor agrio, por las patosas bocanadas, los jadeos desesperados, las camisas blancas que amarillean de tanta humedad de tanto sudor fruto de tantas otras citas relacionadas con los eventos deportivos. Ellos piden sus whiskys, sus Gintonics, algunos se atreven con la cocaína. Allí, las carreras de caballos, aquí en la sala de control, la interpretación de los gordos. Ganará  el Dieblo negro;  o Rayo Júnio . Sólo Dios lo sabe, y Dios qué es? El que todo lo abarca, el que tiene el poder sobre la razón y sobre los hechos; Pero nunca sobre el inconsciente mío, en dónde el sólo es uno más; alguien que teme, un ser asustadizo; allí no es dueño de nada; por las noches, cuando duermo, no hay Dios al que pertenezca. No solo eso, si no que no hay quien me tosa. Establezco mi pequeño universo cerrado; estanco, en donde todo lo que hay fue previsamente procesado por mi percepción; una ecuación, un gesto lineal que empieza por el hecho, sigue por la interpretación, y desemboca en este  extraño lugar; aquí muevo mis piezas, aunque el precio que tengo que pagar es no controlar nada.

Como si la naturaleza me cantara, por fin, una canción diferente a la soy capaz de escuchar cuando ando despierto, a la que cabe en mi razón; como si la naturaleza me dijera “la razón es de nuevo lo que te ciega, lo que ata tus alas. La razón tiene por objetivo prestarte una explicación fácil, prestarte un Dios… Pero tras la antesala de las evidentes deidades se encuentra la fiesta de verdad; técnicos de luces y de sonido, realizadores locos, cocaína, en este caso celestial, prostitutas con tentáculos en la cara, dación de alma, instinto Sangre y dolor, pelotas de carne, orgasmos que trascienden lo sensorial, abolición de juicio puro y bien entendido libre albedrío… eso es lo que encuentras cuando cierras los ojos… lo que va más allá de la razón, aquello que buscamos sin cesar y nunca encontramos es así de caprichoso: entra en lo más profundo de nosotros cuando descansamos, se recrea en nuestro terreno más íntimo, y al despertar, ellos ya han huido, con suerte dejando algún pequeño rastro de la bacanal. Una serpentina, una miserable serpentina pisoteada que ha quedado enganchada en la corteza cerebral puede ser una punta de una gran idea que quizá cambie el mundo.

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