Qué es lo que ella puede querer, detrás de esa mirada
oscura; qué se esconde detrás del trajín de los ochenta; las mismas vergüenzas
que hoy, al fin y al cabo. Los 80 son los puntos por mi piel, el temor a la
muerte; lo bella que puede ser cualquier cosa en cualquier momento; los dos
extremos: uno en que todo sucede, otro en que todo se tramita. Cuál tiene la
razón? Supongo que el segundo; pero el segundo necesita del primero, y el
primero, sin embargo, puede existir sin el segundo.
Secuencia contra percepción. Hecho contra asimilación,
suceso contra percepción, consecuencia contra digestión.
Estoy aquí entre gordos sebosos amantes de las apuestas
deportivas. Me dejo llevar por este gentío salvaje, por este hedor agrio, por
las patosas bocanadas, los jadeos desesperados, las camisas blancas que
amarillean de tanta humedad de tanto sudor fruto de tantas otras citas
relacionadas con los eventos deportivos. Ellos piden sus whiskys, sus
Gintonics, algunos se atreven con la cocaína. Allí, las carreras de caballos,
aquí en la sala de control, la interpretación de los gordos. Ganará el Dieblo negro; o Rayo Júnio . Sólo Dios lo sabe, y Dios qué
es? El que todo lo abarca, el que tiene el poder sobre la razón y sobre los
hechos; Pero nunca sobre el inconsciente mío, en dónde el sólo es uno más;
alguien que teme, un ser asustadizo; allí no es dueño de nada; por las noches,
cuando duermo, no hay Dios al que pertenezca. No solo eso, si no que no hay
quien me tosa. Establezco mi pequeño universo cerrado; estanco, en donde todo
lo que hay fue previsamente procesado por mi percepción; una ecuación, un gesto
lineal que empieza por el hecho, sigue por la interpretación, y desemboca en
este extraño lugar; aquí muevo mis
piezas, aunque el precio que tengo que pagar es no controlar nada.
Como si la naturaleza me cantara, por fin, una canción
diferente a la soy capaz de escuchar cuando ando despierto, a la que cabe en mi
razón; como si la naturaleza me dijera “la razón es de nuevo lo que te ciega,
lo que ata tus alas. La razón tiene por objetivo prestarte una explicación fácil,
prestarte un Dios… Pero tras la antesala de las evidentes deidades se encuentra
la fiesta de verdad; técnicos de luces y de sonido, realizadores locos, cocaína,
en este caso celestial, prostitutas con tentáculos en la cara, dación de alma,
instinto Sangre y dolor, pelotas de carne, orgasmos que trascienden lo
sensorial, abolición de juicio puro y bien entendido libre albedrío… eso es lo
que encuentras cuando cierras los ojos… lo que va más allá de la razón, aquello
que buscamos sin cesar y nunca encontramos es así de caprichoso: entra en lo
más profundo de nosotros cuando descansamos, se recrea en nuestro terreno más
íntimo, y al despertar, ellos ya han huido, con suerte dejando algún pequeño
rastro de la bacanal. Una serpentina, una miserable serpentina pisoteada que ha
quedado enganchada en la corteza cerebral puede ser una punta de una gran idea
que quizá cambie el mundo.
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