T Múriel Galapago es T Múriel de vacaciones en un lugar
cálido evidentemente. T Múriel se ilusiona con las bodas. Forma parte de ese
tipo de habas. Las hablas sentimentaloides.
T Múriel, escucha, también evidentemente, abba, el grupo sueco. Dos son
los motivos, evidentemente: Uno es que una haba escucha Abba porque ya de
entrada le genera simpatía la similitud entre ambos nombres, el suyo y el del
tubérculo. El segundo, es sencillamente que él también sueña, se ilusiona y
cree en los romances. T Múriel es capaz de evocar sus años adolescentes, en que
las cintas VHS eran la novedad, lo último; en que los vinilos eran despreciados
por anticuados; T Múriel es de los que escucha un coro celestial de voces
cuando está enamorado; T Múriel se detiene ante los escaparates de vestidos de
boda.
MARITAL, se repite para sus adentros T Múriel. Le encanta
cómo suena esa palabra; MA-RI-TAL. Si pudiera, se versaría a sí mismo, con
mucho amor. Y el Hospitalete, la envoltura de su vida, es así de tierna…
Yo coincido en el espacio tiempo con T Múriel, aún sin
saberlo. Mi tía me regala un muñeco parecido a un playmóbil al salir de la tienda donde trabaja, yo lo agarro
ilusionado; tengo 5 años. Recuerdo perfectamente el instante; probablemente
después acabaría en su casa viendo los snorkels
o encerrándome en la habitación del enfermizo fluorescente. A lo que iba; me entrega el playmóbil en medio de la calle, hace
mucho sol, hospitalet luce Hospictacular,
que le digo yo. T Múriel anda unos metros más allá, contemplando uno de
aquellos vestidos, son sus walkman puestos, escuchando Dancing Queen… ¿A caso no es maravilloso ese instante? De haber
compartido ese momento Sorolla con nosotros, no habría dudado en
inmortalizarlo; tan veraniegas sus pinturas, tan ligeras, coloristas y de un
trazo grácil. Sorolla hubiera hablado muy bien de aquello. T Múriel era por
aquél entonces semi Galápago, pues imaginaba su verano soñado en forma de boda
sonada, pero no con la suficiente intensidad. Allí empezó todo; en el
hospitalete. Yo asistí a la eclosión del prodigio, aunque de manera
involuntaria y sin saberlo. Pero yo ESTUVE ALLÍ.
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