Luces parpadeantes; el miedo en el cuerpo; me hago mayor; en
el barco, el capitán no deja de dar órdenes. Indica a la tripulación que
controle no sé qué botes, que el timonel vire hacia sólo sabe dios dónde, que
si las sirgas se han de aflojar; Yo con mi PC, aquí ando. Me he traído todo el
trabajo de casa. Y eso que estas debían ser unas buenas vacaciones… En este
Barco en el que me he metido, debía estar con una chica de cabello moreno y
ascendencia china; Juraría que ella embarcó conmigo; pero ahora ella se ha
convertido en este PC. De amor no me hables. Si no le besé el cuello más de
cien veces, no se lo besé ninguno; Y uno se cansa; uno se cansa y lo que era un
placer, se vuelve trabajo; quizás por eso ahora ella es un pc, y yo soy el
oficinista más preciso que existe.
A ella le gustaba estar cerca de mí. Supongo que se debía
sentir sola. Menos mal que este no es un destino sin rumbo, y ella no es una
carta esférica. Dónde va a parar. Aquí hay cientos de tripulantas, ojo,
tripulantas, que están mucho más buenas. Hoy toca inmersión. Y después
atracaremos en el muelle e iremos a jugar al golf. No al minigolf. Al golf.
Es así. Antes de enfilar la pasarela de embarque, ya sabía
yo que esa nena se iba a convertir en una computadora: fría y calculadora. Sin
sentimientos. La experiencia ha sido tan lamentable que ni me ha dado tiempo a
entristecerme. Detrás de esa chica-PC solo ha habido luz y planes
increíblemente sugerentes. Ella llevaba el gris de serie, y yo no soy tonto.
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