Wednesday, February 20, 2013

Sin aditivos



Me acabo de pedir una pizza con el triple de diámetro que una pelota medicinal del tamaño de un balón de fútbol.
Estoy con mis amigos en el Hendrix, hace un calor horrible y no hay dinero para arreglar el aire acondicionado. Aún no han plantado árboles en la calzada y las rancheras se estilan por doquier. Llega Peter con su estúpida pandilla de perros falderos, y justo cuando me sirven el café y ya me estoy levantando para girarle la cara… va y apareces tú;
Me viste venir, si ya lo decía yo; Era fácil, no era más que un crío en edad de valer; en edad de hacerse notar. Bastante predecible supongo, pero orgulloso como el que más. Un líder del momento. Mis amigos lo sabían, y sabían que se tenían que juntar conmigo. Pero cuando entraste y vieron mi cara, también supieron que todo se había acabado.
Me viste venir y sonreíste, pero no fue una sonrisa dulce, fue una sonrisa casi de compasión.
Ese instante no lo cambio por nada del mundo; el polvo, el sol, incluso el gilipollas de Peter. Todo era perfecto por aquél entonces. Sin una normativa de emisión de gases tan rígida como la que tenéis ahora. Sin tanta falsa moral como la que abunda hoy entre los jóvenes.
Era todo más sencillo, no me jodáis. Ahora parece que uno debe hacer equilibrios antes de decir lo que piensa, y diga lo que diga, sus palabras van a ser cuestionadas por algún sector social que se quejará de la falta moral que tiene. Oh, vamos, un poco de relax y de buena fe, mis queridos amigos neohippis. Muchos de vosotros albergáis a un tirano en vuestro interior. Sois igual de peligrosos que los peores genocidas. Yo me lo tomo un poco a broma todo. En los 70 todos hacíamos igual. Amigos, enemigos, todo era auténtico de simple.

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