Tuesday, November 20, 2012

Kyoco en Cuba

Aquél ruido ensordecedor no provenía de una fuente de sonido definida; Aquél sonido lo era todo en el ambiente; impregnaba hasta el último hueco de la ciudad; el calor isleño, la humedad haciéndose fuerte en espesura de la noche y cargando el aire de brujería; algunas pulperías con las persianas entreabiertas y los comerciantes vendiendo sus pollos clandestinamente; Viejos deshuesando aves en la acera y arrojando los deshechos en las esquinas de las porterías… Niños corriendo y gritando a horas intempestivas; alguna madre tras ellos vociferando más aún, si cabe. La cena se enfría. Pandillas echando el ratito en la fuente. Música amortiguada, eso nunca faltaba; el contrabajo que retumba de fachada en fachada; la trompeta que atraviesa las paredes más gruesas de las construcciones coloniales; las luces de la calle, blincando anárquicamente, pintando demonios rojos en el cielo; La eterna dosis de anacronismo reinando en las principales avenidas y yo aflojándome la corbata.

La señorita Kyoko, de padres japoneses, ya no parecía retener nada de su cultura original; la contención parecía haber desaparecido; su sonrisa era abierta y sincera; su caminar había dejado tras de sí la solemnidad, para arrimarse a la gracia del son.

Ya en la cama, cuando me reveló que era virgen; comprendí que a pesar de haber asimilado perfectamente el flow cubano, aquella inquietante jóven no había renunciado a según qué valores de la milenaria cultura japonesa.

Andaba yo absorto en este pequeño pensamiento, cuando sin dilación alguna procedió a hacerme la felación que probablemente, más insolentemente menospreciaba los límites entre lo carnal y espiritrual.

Así era Kyoko




No comments: