Wednesday, March 03, 2010

Esquela 324: Una fotografía de ella

Las manos cóncavas albergan milagros. En la humedad de su espalda; sorprendente humedad que accidentalmente toco: es como una pieza pequeña de porcelana. Delicada y resbaladiza. Esa es su espalda. Y también las palmas de sus manos aducen defensa propia al rehuír grácilmente mis escaramuzas en forma de torpe lance sobre su cuerpo entero.

En la oscuridad de la noche, la tersura y la claridad acaban abriéndose paso. pregúntenle si no al fotógrafo que la inmortalizó en lo alto de aquél tobogán del parque infantil una tarde cualquiera en las afueras de Guadarrama.

La mejor fotografía que he visto, ahora por ahora. Espera, voy a volver a mirarla, con su sol escondiéndose detrás de los pinos, ocultándose más todavía tras un velo fino de nubes invernales.

Qué puedo hacer si tengo la sensación de tener un juguete apresado entre mis manos de alma. La maniobro, siento que me pertenece desde lejos; cómo te diría; es una sensación feliz. ME estremezco por la facilidad con la que la manejo en mi imaginación. No le tengo el respeto que me perjudica. le tengo el respeto justo y quiero meterme en ella, impregnarme de ella, quiero rodearla y darle mil vueltas. Es como si cada día de verano fuera navidad para mi alma. Es algo así.

La banda del pueblo se acerca y trae una parte de ella; quizá sus movimientos, quizá su sonrisa. No, no, deberían ser los mejores músicos del mundo para traer su sonrisa. esa parte se la reservaremos al sol de antes, que cae mientras se esconde primero tras el velo del mortecino atardecer, después entre los pinos de hoy y de siempre.

Y le dió por no llevar tacones. Si la llego a ver tal y como viste en esa fotografia ya estaría al borde del llanto. No ves que yo necesito literatura en mi vida? Ella me ha traído cientos de páginas en unas cuantas horas y en una sola fotografía

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