Esquela 330: Por decirte algo

Llevo un tiempo sin ver la luz y me quedo ciego de oscuridad. No va a ser fácil recuperarse; no va a ser fácil desenredar todos estos alambres que cubren mi cabeza... realmente la cubren? quizá sencillamente debería decir que la "forman".

Qué hay detrás de todos esos pensamientos garabateados? ¿Esa especie de borrasca permanente que cubre los cielos de júpiter es en realidad júpiter?

Debajo de los pensamientos más desorganizados, quizá no hay nada realmente auténtico. Quizá no hay una sola secuencia entre todos mis instantes, que se deba a un solo motivo; un motivo puro, una razón limpia, espectral y ulterior.

No tengo una cabeza de lince, ni tampoco sé obrar milagros con mis manos; soy siempre el mismo espectador, solo que en distintas situaciones. Las postales se me enganchan por el cuerpo extrañamente cuando la brisa pega fuerte y las levanta del suelo.

Es solo eso.

Y después coincido con el resto del mundo; la vida cada día se sucede más rápido. Es un regalo un poco feo, no? La vida es bonita, pero nos la entregan del peor modo posible. Siempre dije que importa más el qué que el cómo; pero nunca desprecié a éste último. A medida que pasan los días, menos desprecio muestro ante ese "cómo".

Y es que el "qué", vendría a ser el flujo de la intensidad. El flujo de la intensidad de todo lo que experimento. Mis venas deben estar algo obstruidas, las que canalizan este flujo. Debe ser cosa de la edad. La cuestión es que ya no me duelen tanto los golpes ni las victorias me dan tanto placer. Por eso el "cómo" empieza a ganar peso en mi existencia.
Es la evolución normal de los mortales.

Ya no bebo tanto de la vida. Eso es claro.

Mis sentimientos y mis pensamientos están igual de desordenados que el primer día, pero ahora me empieza a sonar su aspecto, camino por entre un montón de maniquíes cuyos rostros me son ciertamente conocidos... hundo la mano en la tierra y aunque aún no logro formar ninguna figura de barro, noto que el material ya no es virgen y empieza a estar viciado.