Esta es una historia que pasa en un segundo. Empieza en mi estómago, que se retuerce por sorpresa. Se pone del revés. Las costillas de repente se desploman sobre mi corazón. Mis hombros se encogen sin yo quererlo en absoluto. Mi cuello pesa, a mi corazón le cuesta mundos latir con la frecuencia mínima. Siento los latidos de fuera para adentro;
Te veo de la manera menos intensa; sé de ti del modo más difuso, y de repente me siento más triste que nunca. Imagínate...
Qué será de tu vida actualmente; tú, que fuiste el relámpago más fugaz y fulminante a la vez. Qué será de tu cabello, tan capaz de portar con tanta sencillez todas mis ensoñaciones, qué será de tus labios que juraría que llegué a tocar; pero no puedo estar seguro, porque eso significaría tener fe en lo sobrehumano, lo sobrenatural que eras. Qué será de tu cuerpo, toda tu piel tan pálida, tu caja de cigarrillos eterna, tu incontables apareceres y despareceres en la irrupción mísera tuya en mi línea...
Te veo; no dices, no digo; maldigo. Esto es lo que se suele decir. Toda la historia recorre mi cuerpo; alargada ella, tanto como corta la parte de mi vida envuelta de tu olor. Me va de una punta a la otra de mi sentir; se acomoda, se sitúa óptima para empezar a estrangularme.
Eso es lo que ha sucedido; y me voy hasta el más lejano de los polos: la muerte. pienso en la muerte que me va a llevar cualquier instante; Qué habré sido para ti? tan poco para ti... qué insolidario es también el mundo de la emoción; qué mal repartido está. Cómo malvive mi alma por culpa de tu opulencia y tu grandiosidad. Eres la única que debía estar en mi vida, como aquellas canciones que una vez compuestas, se dice que siempre habían estado en aquél lugar, solo que alguien se debía encargar de escribirlas para no alterar la realidad.
Ves, anda, ves y sigue tu parábola mágica.
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