Esquela 232: Gris feliz

No todo es soluble, y eso bien que lo sabemos.
Que el tiempo pasa, y que las cosas se tornan menos potentes de modo progresivo, también es un conocimiento que barajamos.

Todo lo que viene después, es peor.

Construimos un estilo de vida sobre una mentira que conocemos perfectamente.

Contamos los dedos de nuestra mano y acabamos escuchando música deprimente. La poca agua que se filtraba entre las rocas ya casi no se deja ver. Ya no tenemos tiempo para construir los templos que entretenían nuestra cabeza; templos que solo existían en nuestro interior.

Ahora, cuando miro dentro de mí, solo veo llanura. Ningún techo para pasar la noche.
Por eso busco cosas que hacer aquí afuera: ver alguna serie, leer algo, entrar en portales de internet.

A veces es algo instintivo, el circuito ya viene definido de un modo más que racional.

Y de lo demás, de lo que hubo, aún conservo algún recuerdo.
Las sombras a mi alrededor se oscurecen y sonríen más descaradamente.
Y sigo sin tener valor de pronunciar todo lo que me parece y me apetece.
Tampoco tengo ganas de buscar un lugar donde meter todo lo que me pertenece.

Sé que hoy es peor que hace 365 días. Este tiempo lluvioso me mata porque magnifica mis sentimientos. No hay nada ligero. Y siento un desgobierno impresionante en mi mapa aspiracional; varias cosas sin control: O me dejo la piel y lo coloco todo donde estaba, o rompo con ello.

Qué podría sucederle hoy en día por primera vez a alguien?

Nada.