Friday, November 17, 2006

Esquela 39: + lejos de Mariscal se encuentra Stark

Correteos de un lado a otro, prisas a veces. Reuniones. Liberales catalanes. Gente con buen ojo para el negocio. Honestidad al 68%. Complicidad al 53%. Una combinación atractiva. Sin duda. Llego con el poster impreso. Por lo menos no sirvo cafés. No he logrado entrar a la sala. A escondidas empiezo a escribir. Poco antes he presentado algunas opciones creativas. Después de mucho tiempo, lo que hago aqui ha vuelto a tener que ver con lo que yo he estudiado. Los toldos también tienen chicha inspiracional.
Los chicos cuchichean a mi espalda. Parece que Caixa Tarragona es un cliente duro. El jefe se pasea de vez en cuando por aquí. Hoy tiene un día de perros. Mejor minimizo. Quedan poco menos de tres horas para acabar. La jornada intensiva es criminal, pero se agradece al llegar la tarde.

Espero envolverme en la calidez de mi nuevo hogar. La entrada en mi vida de una habitación amarilla (a pesar de físicamente ser yo quien ha entrad en ella), y la irrupción en la dichosa, de mi guitarra estropeada y mi ordenador malbaratado, han logrado otorgar a este otoño impersonal cierta simpática identidad. Con algo de suerte, –si bien hoy no me perderé en los albores de la madrugada manteniendo hogareñas charlas acerca de temas trascendentales milagrosamente no forzados por el compromiso que caracteriza la incipiente relación entre nuevos introducidos (tiene mérito)- puedo llevar a cabo una sobremesa agradable, distendida e inclusio apasionante. No me puedo creer cómo de rápido me adapto a este nuevo lugar.

Me acaban de encomendar la traducción de unos textos. Del catalán al castellano (mejor).
Por fin no tengo tiempo para seguir escribiendo aquí.

Llega el viernes y me empiezo a desacordar de ella. Hasta que la liberal profesión de su padre vuelva a provocar una catástrofe en mi corazón.

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