Monday, September 18, 2006

Esquela 29: Adiós al cuento de hadas

Hoy las pistolas se han cansado por fin de disparar. Se las he entregado a mi madre. Ya han sembrado suficiente dolor por allí donde pasaron.

El amor ha muerto. Y con él, todos aquellos caprichos que se me pasaron por la cabeza alguna vez. Hoy mueren las tonterías de última hora. Los correteos por los aeropuertos. Mueren todas aquellas cositas que me hacen ser como soy. Hoy muere mi parte más divertida para dar lugar al lado práctico de mi vida.

Hoy renuncio definitivamente a creer que puedo vivir tan fuerte como quiera. Porque vivir no es como gritar. No es tan sencillo dejarse la piel, cuando lo que hay ahí fuera no solo depende de ti.

Mis fantasías se llenan ahora de palabras rotas y se convierten en afilados cristales. Cometo el error de agarrarlos fuerte para no perderlos. Y solo consigo que me duela todo el cuerpo.

La posibilidad más increíble de mi vida se convirtió en huidiza. Y huyó.

Hay cosas que no se deberían aprender nunca. Lecciones amargas que aguardan a cada esquina de tu tiempo: vas viviendo y no puedes evitar dar con ellas. "No se puede ser eternamente joven", me digo.

Me has enseñado que hay cosas a las que es mejor renunciar. Porque de llevarlas a cabo, acarrean consigo consecuencias que provocan achaques al corazón.

Yo nunca había pensado en eso. Yo sencillamente creía que el amor se contaba por fines de semana. Creía que no había nada, más allá de la intención sana de los besos. Creí que era todo tan sencillo como aburrirnos juntos.

Pero me has enseñado a ser frío y calculador. A despojarme de mis últimas canalladas. Es más, creo que mi travesura póstuma la urdí teniéndote a ti al lado.

Parece que no te hizo demasiada gracia.

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