No sabes, amigo, no
sabes cuánto y con qué facilidad follo.
No sabes la habilidad,
con la que negocio en especies, sea con cuerpos, mentes, sea incluso con almas.
No imaginas con qué sencillez reproduzco patrones paradigmáticos, enhebro
frases que llevan a logares
aparentemente únicos, pero verdaderamente comunes, y digo, en definitiva,
aquello que quieren oír...
A veces es
agradable,… Sí, incluso el ritual que precede el sexo puede llegar a ser
agradable.
Es fácil hacer de
los polvos una afición, un buen pasatiempos, un deporte incluso, un ejercicio
en donde uno también tiene el deber de superarse y demostrarlo al otro. Que me sienta un monstruo, no creo que sea
por culpa de mis deseos sexuales. Es más bien la fricción entre mi dinámica y
la que espera la gente de mi, la que me genera este desgaste. Vaya inutilidad, ¿verdad?
Claro que mientras
follo a destajo, me entra la pájara de amor.
La pájara de amor,
el desfallecimiento….
Como que las paredes
del templo no son de mármol. Son de cartón piedra.
¿A qué se supone que
estoy queriendo?
¿A qué supone que me
estoy debiendo?
¿Que se supone que
espero a cambio de ti?
Al final pasa que lo
único que me retiene en este ábside tuyo, es la cascada de tu desidia y el
limbo emocional al que me sometes. Al
final me contagias de tu indolencia, al final me conviertes en un soldado del
folleteo desenfadado y casual, y en un esquirol de amor.
Tú me hiciste creer
en lo mejor de mí, y luego en lo peor. Tengo que agradecer tu aparición, pero
parece que lo que me llevo, es sólo mío.
No comments:
Post a Comment